//Niños y caballos: una gran combinación

Niños y caballos: una gran combinación

Como cada bimestre y desde hace algunos años, me pongo a pensar en el tema adecuado para la nueva edición de Mundo Equino: debe ser algo que resulte atractivo para los lectores y en el cual yo pueda aportar conocimiento y experiencia. Fue así que de pronto, mientras daba clases de equitación a mis pequeños alumnos, decidí y sin temor a equivocarme, que el tema debía ser sobre niños y caballos.

¡Qué cosa más valiosa son nuestros niños y qué relación tan dulce y limpia es el amor que sienten por esta especie! Es un vínculo que va mucho más allá de sólo acariciarlos y admirar su belleza, ya que los pequeños aprenden a amar y respetar los animales y la naturaleza. Incluso, si se les permite participar en su cuidado, les enseñará a ser responsables de la calidad de vida de su caballo, lo que les dará lecciones de la importancia de ayudar en el bienestar ajeno y cultivar la empatía. Serán enseñanzas de formación, responsabilidad y compromiso que difícilmente tendrán en otra parte.

Beneficios de la equitación en la infancia

Aunque para muchas personas la equitación no supone un gran esfuerzo físico, la verdad es que es un deporte muy completo que permite desarrollar la musculatura en general, principalmente las piernas y los glúteos. Al montar, el infante comienza a conocer mejor dónde está cada parte de su cuerpo, y al tener que moverse al ritmo del caballo mejora su postura y equilibrio.
Además se desarrolla independencia y coordinación de las partes del cuerpo, donde cada una puede y debe hacer cosas diferentes al mismo tiempo, como aprender a relajar la cintura para trotar sin rebotar en la montura, pero a la vez a dirigir el caballo con manos y piernas, firmes o suaves según se requiera, mientras se mantiene una postura erguida sobre el ejemplar.
Pero ahí no terminan los beneficios, sino también otros como la concentración y las habilidades emocionales, que son básicas para los deportes ecuestres, pues requieren técnica, atención y precisión, por lo que se puede afirmar que además de los beneficios físicos son muchos más los del tipo emocional.
La equitación es un deporte que requiere disciplina, concentración y el desarrollo de capacidades extraordinarias, gracias a que involucra técnicas para montar y manejar a un ser vivo de más de 400 kg que tiene su propia etología y lenguaje corporal.

Un reciente estudio de la Universidad de Agricultura de Tokio muestra que las vibraciones que produce el movimiento de los caballos al ser montados, activan una parte del cerebro y del sistema nervioso en niños y jóvenes, mejorando la memoria, el aprendizaje y la resolución de problemas. En la equitación el menor toma un rol de liderazgo respecto del caballo, donde el jinete es el líder de la manada: un jefe respetuoso, pero firme a la vez, lo cual mejora mucho su autoestima y su autocontrol.

Por si fueran pocas estas bondades, los diferentes estímulos, texturas, colores y olores relacionados con los caballos ayudan al desarrollo sensorial de los niños, haciéndolos mucho más conscientes y receptivos del espacio en que se mueven. Por ejemplo, al darles zanahorias, pastura u otro alimento, permite a los pequeños sentir el calor que tienen, la suavidad del hocico y sus pequeños bigotes, la textura de la saliva y la conexión impresionante con ellos al alimentarlos.

Equinoterapia y niños
No se puede dejar de mencionar los beneficios que los caballos traen a los infantes sin hablar de esta disciplina. Edith Gross, en su libro Equitación y salud, menciona que existe una función poco difundida en nuestro tiempo que el caballo puede realizar en beneficio de los seres humanos: la equinoterapia.

La utilización de este animal en la rehabilitación de personas con discapacidad física o intelectual no es nueva, sino que se usaba desde la antigüedad, pues los griegos ya recomendaban su monta para prevenir y curar diversas dolencias. A través del tiempo, el uso de esta terapia se extendió por toda Europa hasta llegar a países como el nuestro. Esta disciplina está considerada como una terapia integral que, además de cumplir funciones fisioterapéuticas, ofrece amplios beneficios en el área psicológica.

Es importante en el tratamiento de disfunciones neuromotoras, como la parálisis cerebral, o en personas que carecen de la facultad de caminar. “El patrón fisiológico de la marcha humana, que el paciente realiza durante la monta, se graba en el cerebro y con el tiempo se automatiza, lo que posibilita su transferencia a la marcha pedestre”, explica la psicóloga María Catalina Gómez, equinoterapeuta certificada.

En neurología y ortopedia se recomienda para todos los cuadros clínicos cuya sintomatología se refleje en una disfunción locomotora, leve o grave. También está indicada siempre que se quiera conseguir distensión y relajación de las contracciones musculares y estimulación de los músculos débiles, añade la experta.

En este sentido, esta terapia para los niños se aconseja en los siguientes cuadros clínicos: parálisis cerebral, esclerosis múltiple, síndrome de Down, autismo, secuelas de traumatismo craneoencefálico con disfunción motora, síndrome bronquial crónico, asma, disfunción cerebral mínima, hiperactividad, déficit de atención, deficiencias de la coordinación psicomotriz, alteraciones conductuales, problemas de atención, concentración y aprendizaje, así como alteraciones del lenguaje y psicológicas.

Finalmente, debo mencionar que existen muchos deportes ecuestres en nuestro país donde los niños pueden iniciar y participar, como son Salto, Charrería, Rodeo, cabalgatas, en fin, todos ellos representan una excelente opción y existen escuelas donde no es necesario tener caballo propio, lo cual permite a los infantes aprender a montar y disfrutar de la equitación a menor costo. Por todo lo anterior podemos afirmar que niños y caballos son una gran combinación.

Ing. Jorge Luis González Piñón