En esta ocasión hablaré de un problema muy común al que nos enfrentamos al querer trasladar a nuestro caballo a algún lado y no quiere subir al remolque. Hay que partir de la base de que se trata de una especie claustrofóbica, es decir, que los lugares cerrados o estrechos le causan cierto temor; recordemos que son presas y perciben los lugares encerrados (por ejemplo una cueva), como el sitio donde viven los depredadores, por lo que su instinto de supervivencia les avisa que se alejen de ahí.
Sin embargo, el caso de la caballeriza es diferente, ya que a pesar de ser cerrada, es donde descansan y reciben el alimento, convirtiéndola en un lugar seguro y una zona de confort.
Acercamiento al remolque: primeros pasos
Por fortuna es un problema relativamente fácil de solucionar. La clave es, como cualquier otro problema con esta especie, no comportarnos como depredadores y querer solucionarlo con un pensamiento lineal al exponerle directamente al remolque. Lo ideal es tenerlo preparado antes con ejercicios básicos de liderazgo en el piso, como controlar sus direcciones y velocidad. Es recomendable hacerlos lejos del remolque, así se concentrará más en el trabajo que se le está dando que en el propio vehículo.
Los motivadores principales del caballo son la seguridad y la comodidad; si está cansado, entonces se siente inseguro, ya que si no tiene aire suficiente en los pulmones, le costará trabajo huir (si hace falta). Y sí, al estarlo trabajando le estamos quitando el aire, pero también lo pasamos de un estado reactivo a uno pensante.
Gradualmente lo iremos acercando al sitio y será justo ahí donde le permitiremos descansar, de esta manera le quitaremos toda la presión y le estaremos dando la comodidad que busca, así como el aire que necesita para sentirse seguro.
Introducción al remolque: siguientes pasos
Una vez que se ha empezado a relajar cerca del remolque, lo podemos alejar nuevamente para darle otra sesión de trabajo donde lo hagamos moverse y restarle aire de los pulmones, para después llevarlo de vuelta hacia el vehículo. Al hacerlo en repetidas ocasiones, convertiremos ese lugar de algo amenazador a una zona de confort, ya que lo asociará con un sitio donde está cómodo. Es importante dejar que satisfaga su curiosidad en torno al objeto, es decir, permitirle que huela la puerta, el piso o cualquier otra área del remolque, esto le irá creando confianza.
Una vez que se sienta cómodo cerca, es momento de empezarlo a meter. Hay que poner presión con la punta del ronzal o con un bastón, y en el momento que se dirija hacia el interior, de inmediato quitar la presión; si retrocede nuevamente la aplicaremos. El animal se dará cuenta que cuando se dirige hacia adentro, está cómodo y cuando se aleja no lo está, así se irá acercando cada vez más.
Es muy importante premiar todos los avances que tenga y entender que si lo hace de manera gradual, iremos construyendo confianza en el ejemplar, primero meterá la cabeza y el cuello, luego colocará una mano y después la otra en el interior, hasta que después introduzca las patas y quede completamente dentro del remolque.
Es recomendable hacer algunos ejercicios de desensibilización a lugares estrechos, por ejemplo, hacerlo pasar entre dos tambos que estén a 5 m de distancia uno del otro y poco a poco irlos acercando hasta que estén a menos de 1 m. El peor error que podemos cometer es que una vez que entre cerremos la puerta, ya que si intenta salir y no lo logra, se puede desesperar y lastimarse, provocando que la experiencia del remolque sea algo muy desagradable y cuando se le exponga otra vez, presentará todo tipo de resistencias para evitarlo.
Vale mucho la pena considerar esto como parte del entrenamiento. Conviene invertir tiempo en este tipo de situaciones, para que cuando se presente la necesidad de transportar a nuestro caballo, no lo hagamos con prisa ni lo subamos de manera forzada, ya que una mala experiencia la recordará para toda la vida. Espero les haya gustado y les sea de utilidad.