Algunas de las razones de esta prohibición tienen que ver con que causan gran incomodidad y daños físicos a los equinos, ya que se desarrolla una musculatura invertida de la parte superior que no beneficia la redondez del cuello y sí endurece los músculos de la parte inferior. Además puede quebrar el cuello en la cuarta vertebra y la nuca, la cual debe ser la parte más alta, creando un cuello muy difícil y en consecuencia un caballo complicado para ponerlo en la mano. Asimismo, por su efecto de tracción de adelante hacia atrás, hace que el animal hunda su dorso y saque el posterior, rompiendo la biomecánica del movimiento natural y haciendo imposible la autocarga del caballo. De acuerdo con varios estudios de biomecánica, se ha llegado a la conclusión de que el uso de este artefacto genera dolor muscular, irritación en el sistema nervioso y lesiones en las articulaciones, así como dolor de cabeza intenso en el equino. Para mayor detalle en el tema se puede consultar la investigación del Dr. Gerd Heuschmann, quien ha ahondado en el tema.
El efecto que causa este tipo de riendas es dañino, pues las patas del caballo no están impulsando y no se cubre la huella, además de provocar tensión en el cuello, como se mencionó. La forma correcta de adiestrar, de acuerdo con la escala de entrenamiento, debe ser de atrás hacia delante; o sea, del posterior a la cabeza del caballo, por impulsión de las piernas y el asiento del jinete, el cual recibe en sus manos, suavemente, el contacto de la boca del ejemplar.