//Extensión y movilización del caballo

Extensión y movilización del caballo

Desde que el caballo fue domesticado por los pueblos de pastores nómadas de las estepas de Eurasia hace poco más de 5.000 años, les brindó una gran ayuda como animal de tiro y de carga, ya que esas tribus, acompañadas de sus rebaños, se mantenían en constante movimiento. Estos equinos facilitaron la movilidad y aumentaron la velocidad de esos desplazamientos.

Estas ventajas se manifestaron de forma más dramática cuando, quince siglos después de su domesticación, empezaron a ser montados. Esta práctica incrementó la rapidez y la movilidad y muy pronto les dio otra ventaja, pues se convirtieron en un arma ofensiva y letal.

Todo indica que la domesticación tuvo lugar en las estepas de los alrededores del mar Caspio y al mar Negro; a partir de ahí, iniciaron su expansión hacia Europa, China, Mongolia y Medio Oriente. Siglos después serían llevados y transportados a otros continentes y a muchas islas.

Edad antigua

Tanto los pueblos trashumantes, como los sedentarios, ambicionaban contar con tan formidables y útiles animales. A través del tiempo se expandieron por el Viejo Mundo, conducidos por los seres humanos, pero desplazándose por sí mismos. En el siglo II a. de C. el emperador Wu Ti de China, llevó a 300 caballos desde Ferghana, en Uzbekistán, a su capital Chang’an (la actual Xi’an), recorriendo paso a paso más de 4.200 km.

En aquel tiempo y en los siglos que siguieron, al llevar a los caballos de un lado a otro, se tenían que superar obstáculos considerables como montañas, precipicios y desiertos, pero también era necesario cruzar ríos, lagos y brazos de mar. Si las aguas eran profundas, atravesaban a nado y en ocasiones con una persona sobre su lomo, lo que podía terminar en tragedia si el torrente era caudaloso y rápido. 

En otras ocasiones se aprovechaban los afluentes menos violentos y se hacía que nadaran a favor de la corriente y río abajo, cubriendo distancias considerables. Si se contaba con botes, canoas o piraguas, se les podía ayudar a mantener la cabeza por encima del nivel del agua, facilitando su avance con menor esfuerzo.

No pasó mucho tiempo para que abordaran balsas, gabarras y embarcaciones lo suficientemente grandes para contenerlos, mismas que los transportaban a través de importantes extensiones de agua. A través de las centurias se propagaron por casi todo el mundo, llegando a Chipre y Creta (siglo XV a. de C.), Sri Lanka (s. IV a. de C.) y Japón (s. III d. de C.) o a continentes como América (s. XV d. de C.) y Oceanía (s. XVII d. de C.).

Una de sus funciones más importantes a lo largo de la historia ha sido la guerra, como animal de tiro, de carga o para atacar al enemigo, razón por la cual un número elevado fue movilizado y transportado al frente de combate.

Desde el segundo milenio a. de C., diferentes culturas movilizaron caballos para la guerra. Hititas, mitanios, hicsos, asirios, elamitas, medos, persas, egipcios, libios y muchos más, conformaron importantes ejércitos para la conquista, pero siempre se desplazaron sobre tierra firme y no tuvieron grandes problemas en cruzar ríos. 

Sin embargo, hubo un pueblo que a partir del año 1800 a. de C. se asentó en Grecia y que pronto iniciaría su expansión por los mares Jónico y Egeo, el mar de Creta y el mar Negro. Se trataba de los aqueos, quienes hace 3.500 años se atrevieron a transportar en sus gráciles barcos a los corceles que serían utilizados para tirar de sus carros de guerra. Si se piensa en La Ilíada, hay que imaginar que así fue como llegaron los caballos griegos a la guerra de la legendaria Troya.

En el año 490 a. de C., el rey de reyes de Persia, Darío I llevó al menos 3.000 caballos por mar hasta el Ática, en Grecia, para pelear contra los atenienses. Diez años después, su hijo Jerjes I haría cruzar los Dardanelos a no menos de 80.000 caballos sobre un puente flotante construido sobre 674 barcos. Una proeza irrealizable hoy en día.

Edad Media

En el extraordinario Tapiz de Bayeux, bordado en 1068 y que representa la Batalla de Hastings, así como los sucesos alrededor de esta gesta en la que Guillermo, duque de Normandía, conquistó Inglaterra dos años antes, los corceles tienen un papel protagónico, pues es un hecho irrefutable que la caballería normanda masacró a las fuerzas inglesas. 

En las escenas 38 y 39, se puede ver a los caballos de guerra en los barcos que cruzaron el canal de la Mancha y puede apreciarse cómo desembarcan en la costa de Sussex para enfrentarse contra el autoproclamado rey Harold de Inglaterra. Se desconoce el número de animales transportados, pero expertos calculan que fueron entre mil y 2.000 corceles de batalla.

Entre 1095 y 1271, llegó a Medio Oriente, por tierra y por mar, una importante cantidad de caballos europeos que acompañaban a los ejércitos cristianos que llevaron a cabo las Cruzadas. Esos animales, originarios de zonas septentrionales, eran grandes y poderosos, capaces de soportar a los caballeros que portaban sus pesadas armaduras. 

Durante esos mismos años fueron introducidos a Europa corceles de estirpe árabe que, junto con las yeguadas de origen oriental de España y Portugal, contribuirían a la crianza europea de caballos. Durante la ocupación islámica de la península (del 711 a 1492), llegaron ejemplares árabes desde el norte de África, así como desde Arabia e incluso de Yemen a más de 8.000 km de distancia.

En aquella época, su transporte naval no era sencillo y se tenía que prever su alimentación y el agua que iban a beber durante toda la travesía. A pesar de su valor, las condiciones de la mayoría de los barcos, al menos de los europeos, eran tan deplorables que en las travesías largas podían morir hasta la mitad de los que habían embarcado.

Edad moderna

Para 1494, harían otro viaje épico a bordo de los navíos españoles. Recorriendo poco menos de 6.500 km, Cristóbal Colón los introdujo al continente americano, específicamente a la isla de La Española (actualmente República Dominicana y Haití). Más tarde llegaron a Cuba y desde ahí, Hernán Cortés y su hueste los introdujeron a territorio mexicano en 1519, un suceso fundamental en nuestra historia.

Con el perfeccionamiento de los buques de vapor en la primera mitad del s. XIX, se pudo transportar un mayor número y a mayor velocidad por todo el mundo. Incluso se fabricaron barcos exclusivos para su traslado y algunos podían llevar a bordo hasta mil ejemplares. Esta conexión mucho más fluida, permitió llevar a niveles más ambiciosos su crianza. Buen ejemplo de ello es cuando la “casta divina”, los riquísimos terratenientes de Yucatán, enviaban al Viejo Mundo a sus yeguas para que se aparearan con sementales europeos.

En esa misma época también se trabajó arduamente en el ferrocarril, lo que revolucionó el transporte terrestre y contribuyó enormemente a la movilización de un número cada vez mayor de caballos, para los cuales se diseñaron vagones especiales.

Desde que Henry Ford empezó a producir automóviles en 1904, se pensó en remolques adecuados para el transporte de equinos y los primeros con un buen diseño aparecieron en 1912. Se dice que Eclipse (1764-1789), el gran campeón invicto Pura Sangre y algunos otros caballos famosos, eran transportados al lugar de la competencia en remolques especiales que eran tirados por otros ejemplares.

Una vez desarrollada la industria aeronaval, el primer traslado por vía área se realizó en 1962, por lo que hoy en día, no existe lugar en el mundo al que no puedan ser llevados estos nobles y hermosos animales.

En la actualidad, el conocimiento científico del comportamiento, fisiología, enfermedades y necesidades del caballo, así como los medios de transporte tecnológicamente más desarrollados, seguros, agradables y veloces, junto con el manejo de vacunas y tranquilizantes, hacen del tránsito de estos animales una práctica más cómoda y segura. Por fortuna, ya son muy pocos los que se movilizan para conflictos bélicos y hoy en día se efectúa este tipo de manejo para el desplazamiento de corceles destinados a justas deportivas, reproducción, exhibición y entretenimiento.


MVZ Luis Fernando De Juan Guzmán