Mientras Napoleón llevaba a cabo su expedición a Egipto, Austria había invadido Italia, por lo que el audaz general rápidamente preparó una acción militar para recuperar aquella región arrebatada y defendida por el poderoso ejército austriaco. El 14 de julio de 1800, en Marengo, una región del noroeste de Italia y contra todas las expectativas, las fuerzas napoleónicas obtuvieron una brillante victoria que marcaría el destino de Bonaparte, quien se convertiría en emperador en 1804.
El corcel que aquel genial estratega montaba el día de la Batalla de Marengo, era el caballo Árabe que tanto le había gustado y que había llevado con él desde Egipto. A partir de ese día el noble bruto recibió un nuevo nombre: Marengo, y se convirtió en el inseparable compañero de Napoleón, siendo el caballo con el que se le asocia con mayor frecuencia.
El excelso pintor Jacques Louis David, profundo admirador de Napoleón, lo retrató montado en un precioso y brioso caballo, cruzando los Alpes, pues para atacar al ejército austriaco, Bonaparte había decidido llegar al norte de Italia atravesando la cordillera, una ruta extremadamente difícil y se suponía todavía cubierta de nieve en el momento en el que él y sus tropas pasaron por ahí. Pero el artista realizó cinco versiones diferentes del mismo cuadro y en cada una de ellas se aprecian diferentes caballos. Tal vez sólo la primera pintura esté inspirada, hasta cierto punto, en Marengo.
A pesar de la impresionante escena plasmada por Louis David, en realidad Napoleón ascendió la montaña con buen tiempo y montado en una mula, animal que por la seguridad de su paso resulta mucho más confiable en ese tipo de rutas que discurren a través de terrenos muy accidentados y traicioneros. El pintor Paul Delaroche, en 1850, también representó a Bonaparte cruzando los Alpes, pero su obra probablemente no le hubiera gustado mucho a él, pues fue retratado montando una humilde acémila.