//Principales dermatosis en equinos: habronemiasis

Principales dermatosis en equinos: habronemiasis

Primera parte

La climatología de Yucatán, además de otras condiciones (mala ventilación, desnutrición), favorece el desarrollo de enfermedades cutáneas equinas como la habronemiasis cutánea o la dermatomicosis, que son tratables y podrían prevenirse con manejo higiénico adecuado.

Después de las pequeñas especies, los equinos suelen presentar más lesiones en la piel: un 2 % llega a consulta por problemas dermatológicos. Entre las enfermedades cutáneas más comunes están las de origen parasitario, neoplásicas, bacterianas, micóticas, las asociadas a prurito y a desórdenes nutricionales. En un menor porcentaje están las reacciones a fármacos, atopía y vasculitis.

Una de las de tipo parasitario de mayor importancia es por parásitos del orden Spiruroidea, que incluye a nematodos del género Habronema, que causan patologías cutáneas y gástricas; los adultos son parásitos de la luz de las paredes del estómago, y las larvas de Habronema spp. son responsables de la habronemiasis cutánea, que se inicia con heridas en la piel como consecuencia de dicha infestación y se depositan por moscas al momento de alimentarse; la irritación producida impide la cicatrización, provocando que las heridas subsistan.

Presentación de habronemiasis y condiciones climáticas

El ciclo biológico del nematodo es indirecto, requiriendo de un huésped intermediario (un díptero). La presentación de esta enfermedad se relaciona a la presencia y al número de vectores presentes, climas cálidos y húmedos, además de ocurrir en todo el mundo. Ataca principalmente los tejidos queratinizados, como estrato córneo y filamentos pilosos, provocando lisis de la estructura de la fibra y alopecia; afecta a caballos estabulados y su frecuencia es mayor en ejemplares jóvenes.

Yucatán se encuentra en el trópico, con rangos de temperatura ambiente promedio de 26 a 30 °C, precipitación pluvial de 400 a 2000 mm3 (Yokoyama, J y Valencia, ER 2005, Inegi, 2009), lo que permite el desarrollo y aumento de actividad de moscas, que son vectores de las larvas de Habronema spp., agentes causales de la habronemiasis cutánea. Además, esta enfermedad puede presentarse en cualquier época del año.

Muchas veces se le considera de poca relevancia clínica, pero su importancia aumenta debido a que este tipo de enfermedad fúngica es de amplia distribución en el ambiente, y que es difícilmente prevenible si no se llevan a cabo manejos de higiene adecuados. Podemos considerar que estas condiciones climatológicas son favorables para la presentación de la enfermedad.

Este trabajo resume la revisión de equinos con lesiones ulcerativas, con excesivo tejido de granulación, alopécicas, y con presencia de prurito, provenientes de diferentes lugares de la entidad y remitidos a la Clínica de Grandes Especies del Campus de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad Autónoma de Yucatán (CCBA-UADY), describiendo su etiología (origen), epidemiología (distribución, frecuencia y factores), signos clínicos, diagnóstico y tratamiento.

Habronemiasis cutánea

Conocida también como “úlcera de verano”, es producida tres nematodos: Habronema muscae, Habronema majus (H. microstoma), y Draschia megastoma (Quiroz, 1984; Maena y Rojo, 1999; Bowman, 2009).

Epidemiología

Ha sido reportada en caballos de todo el mundo, siendo más común en países con clima tropical y subtropical donde está presente todo el año debido a las condiciones climáticas favorables para el desarrollo de los vectores y al área geográfica que está relacionada con la presencia y número de los mismos, coincidiendo con su presencia.

Aunque rara vez causa la muerte, puede provocar signos clínicos que afecten el bienestar equino. No existe predisposición por edad, raza o sexo (Blood y Radostits, 1992; Rodríguez, 1998; Meana y Rojo, 1999; Quiroz, 2000; Ballweber, 2001; Sánchez, 2003; Traversa, 2004; Sellong, 2007).

En Yucatán puede presentarse en cualquier época del año, como se mencionó antes, por sus condiciones climáticas (Rodríguez, 1998; Bolio, 2007), aunque se observa con mayor frecuencia en julio, agosto y septiembre. Los insectos tienen actividad desde los 15 °C, pero el desarrollo más rápido es alrededor de 25 °C. (Quiroz, 1984; Rodríguez, 1998;  Maena y Rojo, 1999; Bowman D.  2004).

Signos clínicos

La enfermedad provoca un desorden de hipersensibilidad grave en el caballo, que ocasiona granulomas ulcerativos localizados en las regiones húmedas del cuerpo o en heridas abiertas, que difícilmente cicatrizan. El lugar donde se depositan las larvas causa inflamación local; la lesión cutánea comienza como una pápula erosionada con el centro cubierto de costra que posteriormente se ulcera, presentando zonas hiperémicas (rojo intenso) demarcadas con bordes despigmentados; pueden ser granulomatosas y extensas, alcanzando en pocos meses hasta 30 cm (Radostits, et al. 2000; White y Evans, 2002; Sellon, 2007).

Las lesiones aparentan ser una herida de lenta curación que gradualmente se extiende y desarrolla  hasta tener una apariencia típica de un tejido de granulación exuberante, cubierto con una membrana necrótica grisácea, pueden ser solitarios o múltiples y afectar a más de una parte del cuerpo en caballos muy enfermos (Radostits, et al. 2000; White y Evans, 2002; Sellon, 2007).

Las lesiones cutáneas son más frecuentes en áreas lesionadas o en zonas húmedas, como pene, prepucio, tejido periocular o en las porciones distales de los miembros (Carr, 2006; Sellon, 2007).

Patogénesis

La condición aparece cuando la temperatura ambiente es mayor a 21 ºC y hay un gran número de vectores presentes. Algunos caballos parecen ser más susceptibles y tienen lesiones año tras año, pero otros no son afectados. La reacción específica de inmunoglobulinas E (IgE) debido a la larva es especulado como resultado en la movilización de eosinófilos, donde la eosinofilia puede llegar del 15 al 20 % del total del recuento de glóbulos blancos (McMullan, 1994; Logas y Barbet, 1999; Scott y Miller, 2003; Sellon, 2007).

Las lesiones están infiltradas con eosinófilos y, en casos muy avanzados, hay una marcada reacción granulomatosa, con caseificación, calcificación, fibrosis y zonas de necrosis, en que pueden notarse larvas muertas, que indicarían habronemiasis (Cordero, 1999; Radostits et al, 2000; Sellon, 2007).


Diagnóstico

Se basará en la historia clínica, examen físico, y principalmente la biopsia de las lesiones, en especial si los granulomas amarillentos son obtenidos, ya que pueden revelar larvas de los nematodos en asociación con numerosos eosinófilos y mastocitos. Existen severas complicaciones si las larvas de Habronema y Draschia invaden otras dermatosis ulcerativas, como el sarcoide equino, carcinoma de células escamosas, y granulomas infecciosos (Scott y Miller, 2003; Sellon, 2007).

La biopsia revelará varios grados de dermatitis nodular o difusa, la reacción inflamatoria contendrá numerosos eosinófilos y mastocitos; un rasgo característico de la habronemiasis son áreas multifocales con discreta necrosis coagulativa, que consume toda la estructura cutánea en el área afectada. Ahí pueden encontrarse larvas en un 50 % de los especímenes revisados (McMullan, 1994; Logas y Barbet, 1999; Rees, 2004; Scott y Miller, 2003).

Dentro de los diagnósticos diferenciales tenemos: habronemiasis cutánea, queloides, sarcoides, carcinoma de células escamosas, dermatofitiosis, dermatitis por contacto, botryomicosis, fotodermatitis, osteomielitis, foliculitis bacteriana, dermatosis traumática, melanoma amelánico, ectoparásitos.

Tratamiento: se recomienda prednisolona o prednisona (1 mg/kg IM o PO diario, de 7-14 días), posteriormente 0.5 mg/kg (7-14 días). La ivermectina y moxidectina están indicadas por sus efectos larvicidas, 0.2 mg/kg y 0.4 mg/kg respectivamente, vía oral a intervalos de 15 días, además de la limpieza de la herida. En algunos casos se recomienda extirpar el tejido granulomatoso.

El  pronóstico es de bueno a reservado, dependiendo del tamaño de la lesión, localización, tiempo de presentación. Es necesario considerar si son casos refractarios, la respuesta a los tratamientos médicos o quirúrgicos realizados.  

Casos clínicos

Se seleccionaron 35 casos clínicos de ambos sexos, de diferentes razas y edades remitidos a la Clínica de Grandes Especies de la CCBA-UADY, que presentaron lesiones en piel con excesivo tejido de granulación, ulcerativo con o sin prurito. Se realizaron biopsias de las lesiones, conservadas en formol al 10 % y se procesaron en el Laboratorio de Patología.

Se reportaron 23 muestras en la que se describieron necrosis de las fibras de colágeno, así como una distribución irregular y angioedema. Se observó infiltrado celular difuso constituido por linfocitos encontrados a lo largo del perimisio, así como áreas nodulares de infiltrado eosinofílico, con estructuras ovales en su interior que contienen elementos compatibles con nematodos.

El diagnóstico definitivo fue dermatitis piogranulosa eosinofílica severa, lesiones que sugieren infección por nematodos en fase larvaria de Habronema spp. Estos resultados demuestran que el 65.7 % de los caballos remitidos con lesiones con excesivo tejido de granulación, ulcerativas con o sin prurito, presentan habronemiasis cutánea.

La segunda parte tratará sobre la dermatomicosis en caballos, un análisis de casos clínicos, prevención y tratamiento.