La infección por la bacteria de  salmonelosis afecta principalmente al aparato digestivo y se contagia mediante las heces fecales infectadas que infectan alimentos o agua. Los síntomas más comunes son: diarrea, dolor abdominal, escalofríos, fiebre y anorexia. Debido a que no existen vacunas contra la Salmonella, es importante desinfectar el equipo y áreas donde conviven los caballos así como tener buena higiene en general. 

Existen tres tipos de caballos infectados: 1) Portadores silenciosos: aquellos infectados pero sin signos clínicos y sin desprendimiento, 2) Portadores subclínicos: sin signos clínicos con excremento fecal y 3)  Excretores con signos clínicos.

La Salmonella es una bacteria resistente que tiene la capacidad de sobrevivir en superficies porosas como madera no tratada y hormigón sin sellar ya que estos materiales son difíciles de limpiar y desinfectar. También puede formar biopelículas, o comunidades bacterianas resistentes, que sirven como reservorios y posibles fuentes de infección.

La higiene del lugar, de los caballos y de las personas que interactúan con ellos es crucial. Las manos mal lavadas se  pueden contaminar y, en consecuencia, propagar patógenos a los pacientes y otras superficies del espacio. Incluso se ha demostrado que es posible encontrar muestras positivas de Salmonella en cerrojos de puertas, interruptores de luz, teléfonos y hasta teclados.

Si el establo donde estuvo un caballo infectado no se limpia y desinfecta adecuadamente, los microorganismos restantes pueden poner en riesgo al siguiente caballo que ingrese al lugar. 

Por lo general, los veterinarios implementan medidas rigurosas de control de infecciones cuando los caballos con Salmonella están en la clínica pero no ocurre lo mismo en las granjas y otros espacios.Debido a lo anterior, es importante trabajar de la mano de un médico veterinario para establecer medidas de prevención de infecciones .