Se trata de un caballo de raza Azteca de dos años que presentó heridas de gran magnitud, una en la tabla del cuello del lado izquierdo y otra en la parte dorsal del miembro posterior izquierdo. Dichas lesiones fueron atendidas con miel de abeja como método antiséptico y cicatrizante. El caballo presentaba politraumatismo y un ligero signo de claudicación, aunque no presentaba ningún tipo de fractura.
El inicio del tratamiento médico consistió en administrar meglumina de flumixin (1.1-2.2 mg/kg p.v.), y realizar antisepsia de la herida. Por falta de recursos económicos del propietario no se le instauró terapia antimicrobiana, por lo cual se optó por la utilización de miel de abeja, realizando un segundo plan terapéutico, el cual consistió en efectuar antisepsia de la herida, para después aplicar la miel en el área afectada, así como metrifonato y sulfabenzamida en polvo como repelente.
Estos lavados se realizaron dos veces al día, durante la primera semana; después se hizo el mismo procedimiento una vez al día durante la segunda semana. Para la tercera semana se realizaba la curación cada tercer día, y ya en la cuarta se aplicó con intervalos de dos días. Para finalizar el tratamiento se fue aplicando el método, alargando el intervalo entre los días, hasta que sólo se hizo una curación por semana.
El tratamiento efectuado al paciente resultó favorable para su recuperación. La herida sanó en su totalidad en un tiempo de 78 días, a partir del momento en que se comenzó a tratar con la miel, por lo que la única evidencia que quedó, fue una cicatriz.
Este tratamiento sirvió para confirmar que la miel es una excelente opción para tratar heridas de cualquier magnitud, así como también es capaz de controlar las infecciones y la inflamación de un tejido gravemente lesionado. Y, con la constancia de su uso en el plan terapéutico instaurado, se asegura un resultado satisfactorio obteniendo una buena y exitosa cicatrización debido a que es un excelente promotor de la granulación.