//El caballo ideal para equinoterapia

El caballo ideal para equinoterapia

Los efectos terapéuticos del caballo fueron observados por los griegos desde el año 460 a. C., al notar que la equitación era una actividad regeneradora que tonifica el cuerpo y eleva el estado de ánimo. Durante el siglo XVII hallazgos médicos mostraron que cabalgar era efectivo contra la gota, y fue a finales del siglo XIX que el científico francés Chassiagnac aplicó la equitación para tratar trastornos neurológicos, motrices y psicológicos, además de mejorar el estado de ánimo.

A finales de la Primera Guerra Mundial, en Gran Bretaña, Olive Sands puso sus caballos a disposición del Hospital de Oxford donde se probó con éxito una especie de terapia con los pacientes.

REHABILITACIÓN CON CABALLOS

La equinoterapia no consiste en enseñar a montar al paciente, sino que un fisioterapeuta profesional lo coloque sobre el caballo de manera que el movimiento estimule su organismo y facilite la rehabilitación. La persona monta sobre un sudadero y si es posible, a pelo, lo cual permite que los impulsos nerviosos pasen de la pelvis hasta el cerebro subiendo por la columna.

Los principios terapéuticos en los que se basa son la trasmisión de impulsos nerviosos y del calor corporal del
caballo por medio de la cadencia del paso, trote y galope, equivalentes a los del patrón de marcha humana. Así se trasmiten los impulsos rítmicos de su lomo al cinturón pélvico, columna vertebral y miembros inferiores. Al caminar en paso se transmiten de 90 a 110 impulsos por minuto a la pelvis, que aumentan si es a trote.

Esos impulsos los provocan los músculos lumbares y ventrales del caballo, que se contraen y distienden alternativamente de forma rítmica y regular en el paso y el trote. El movimiento hacia delante fuerza al cinturón pélvico a adaptarse al movimiento, los impulsos fisiológicos se propagan hacia arriba por medio de la columna vertebral hasta la cabeza, provocando reacciones de equilibrio y enderezamiento del tronco.

FUNDAMENTOS Y LOGROS

En equinoterapia se emplean la terapia pasiva y la terapia activa. En la primera el paciente se adapta pasivamente al movimiento del caballo sin ninguna acción por su parte, aprovechando el calor corporal, los impulsos rítmicos y el patrón tridimensional del animal; el terapeuta se sienta detrás para dar apoyo y alinearlo (monta gemela). En la segunda se añaden ejercicios neuromusculares para estimular en mayor grado la normalización del tono muscular, equilibrio, coordinación psicomotriz, simetría corporal y ejercicios de estimulación neurosensorial.

El conjunto de acciones que la conforman se fundamentan en el uso del movimiento multidimensional del équido. Gracias a los caballos es posible hacer avances sorprendentes en niños con problemas psicológicos o personas con dificultades motrices donde pueden enfrentarse al movimiento, sin ser un agente activo.

Su trote produce sensaciones similares a las que siente el cuerpo al caminar, por lo que lo obliga a reaccionar
ante el movimiento y a volver a familiarizarse con él. La variedad de trote favorece sentir un amplio abanico de movimientos y sensaciones. Las respuestas musculares y sensoriales son las que facilitan su rehabilitación.

CUALIDADES DE UN CABALLO DE EQUINOTERAPIA

Para realizar correctamente su función, debe tener ciertas características de temperamento, mansedumbre, conformación, edad, sexo y entrenamiento. Su carácter juega un papel muy importante, debe exhibir un temperamento tranquilo y demostrar suficiente sensibilidad a las ayudas del jinete o guía. Debe ser confiado y absolutamente manso en el trato con personas, demostrar disposición y capacidad para el aprendizaje.

Su conformación corporal desempeña un papel valioso para una exitosa realización. Es preferible uno de conformación rectangular en lugar de cuadrado, porque ofrece suficiente espacio en su lomo para realizar la monta gemela. Su lomo debe ser muy musculoso para poder trabajar sin albardón y tener suficiente resistencia para aguantar el peso de dos personas.

La altura debe ser de 1:1.70 m, ya que el paciente debe poderse desplazarse tanto vertical como horizontal sin dificultad. Si el perímetro torácico es menor de 2.12 m, generará un mayor desplazamiento vertical en su columna y mayor inclinación lateral, por lo que trabajarán más sus músculos al hacer mayor esfuerzo al enderezarse.

Los ejemplares que realizan más de 85 pasos por minuto, generan en los pacientes mayor desplazamiento vertical y horizontal, por tanto una adecuada y más pronta recuperación. La edad del caballo de terapia debe ser tomada en cuenta: uno con más de seis años tendrá seguramente más madurez que uno de tres años que apenas empieza su entrenamiento; en algunos casos, uno mayor de 20 años es probable muestre deficiencias en la elasticidad de sus movimientos y de su lomo. Es recomendable tener ejemplares maduros física y mentalmente, pues los potros o jóvenes, por naturaleza son juguetones y menos equilibrados. En cuanto al sexo, los ejemplares castrados y las yeguas son los más usados en ese orden, siendo no recomendables los garañones.

Jorge Luis González Piñón
Fotos: Jorge Luis González P.