//Retos y triunfos de un jinete paraecuestre

Retos y triunfos de un jinete paraecuestre

Ing. Ignacio Treviño Fuerte

Deportista paralímpico de Dressage

A través de los años el convivir con caballos ha sido una de las mejores experiencias que he tenido, me han dado tanto que mi vida no es la misma, además he disfrutado la oportunidad de conocer a maravillosas personas que han colaborado para convertirme en quien soy ahora.

Aquel 26 de febrero por la tarde fue un parteaguas porque me derrumbó físicamente, pero despertó el alma más inquebrantable que podría imaginar. Me fue diagnosticada la enfermedad LES (lupus eritematoso sistémico) y PDIC (polineuropatía desmielizante inflamatoria crónica), generando daños importantes en mi organismo, desde luchar ante una hemiplejía, pasando por fallas en mi sistema nervioso periférico y daños cognitivos, hasta el quedar postrado en una silla de ruedas.

Sin embargo, el amor a los caballos me llevaba a verlos desde la silla: acudía al Centro Ecuestre Los Morillos, gracias al gran apoyo de mi primo José Alberto Fuerte. Al pasar los días el dueño del lugar, Heli Villarreal, me invitó a montar: fue una odisea en la que entre varios me subieron y sostuvieron. Santino fue un caballo increíble que con su nobleza me devolvió las ganas de volver a montar y creer nuevamente en mí.

Una cabalgata hacia una nueva vida

Poco a poco mi cuerpo empezó a tomar fortaleza, a mantenerse firme, y logré que me dejaran montar solo en un picadero redondo. Mi ilusión era hacerlo fuera de ahí, salir a las pistas, sentir el aire en mi rostro, pensar que podía caminar, trotar y correr. Llegó el día deseado y entonces mi buen amigo el Ing. Francisco Elizondo, me impulsó a competir, primero en equitación de trabajo (trotar, galopar, saltar, abrir puertas y otros retos mayores) y después en Dressage.

Disfruté dos temporadas estupendas en Jinetes Novatos e Intermedia, una con la yegua Cuarto de Milla La Gaviota, y la última con Soberbio, ejemplar portugués; cada fecha era un nuevo reto, mejorando en cada trote arriba del caballo.

El Dressage fue una nueva aventura a lomos de una yegua increíble que me enseñó a ser mejor y a luchar cada día, Belly, de raza Azteca, es una extraordinaria amiga que me exigió hasta el último momento. Fue en el Centro Ecuestre El Rincón, donde el maestro Pedro Louceiro me ayudó a trabajarla. 

Ya había recibido meses atrás una invitación a ser parte del equipo paraecuestre por parte de la jueza Duska Markotic, quien se sorprendió que estando en una silla de ruedas compitiera en Dressage. Aunque traté de iniciar esa etapa no se concretó, así que continué mi proyecto como jinete, pero mi yegua no estaba preparada para las pistas. Así que acepté la invitación del Lic. Manuel Cantú a su rancho, donde por varios meses monté algunos de sus caballos, como Ligther, un caballo Azteca con el que disfruté la equitación de trabajo y el Dressage.


Maestros equinos y nuevas experiencias

Nuevamente recibí la invitación para ser parte del equipo paraecuestre y fue Karina Amorós quien me contagió su pasión. Primero se buscó que la vocalía paraecuestre existiera como tal, que actuara como un área para promover este deporte, y la tomaron Toni Camil, Karina Amorós y Fernanda Otheguy. Clasifiqué ante la FEI en Wellington, obteniendo el Grado III, además de que Karina y Toni promovieron un CEPDI en México que fuera el selectivo para los WEG 2018 en Tryon NC.

Retomé mi proyecto con Belly, estaba avanzando y queríamos trabajar mucho para ir con ella a los selectivos, y fue cuando llegó Solemne Mor, un caballo PRE de Ganadería Las Morerías, de mucha calidad y que me ayudó a mejorar en mi monta, siendo todo un maestro.

A 15 días del selectivo, me quedé sin caballo, Belly no pudo llegar a donde esperábamos. Pero Karina me apoyó para ir a probar caballos, entre ellos dos suyos, Batik y Baikal, a la par que conocí a Nina Jaakkola y José Luis Padilla, quienes pusieron a Zimbro, un gran caballo portugués. En un día montamos a los tres para hacer el selectivo, escogiendo a Batik.

Con él viví una gran aventura; con sólo cinco montas y gracias al apoyo de Pedro Louceiro, quien hizo de Batik un caballo paraecuestre, logramos el primer lugar y obtuvimos el pase para los World Ecuestrian Games (WEG). 

Mi sueño comenzaba a cristalizarse. Ser jinete paraecuestre y representar a México en los WEG, iniciando además una nueva época para todo nuestro equipo. Ahora sólo quedaba prepararnos más con Batik, ir de Monterrey a Toluca para entrenar… era tan grande el reto de montarlo que eso implicaba aprender más, pues es muy especial y a su lado vivimos una historia magnífica.


Rumbo a los WEG: obstáculos a sortear

La lucha para llegar a esta justa no solamente era deportiva, sino económica, máxime que era un completo desconocido para el mundo ecuestre en México. Pero entre ahorros, patrocinadores y amigos iniciamos ese viaje Pedro Louceiro, Eduardo Vega, Daniel El Dorado y yo. Ir por tierra de Monterrey a Toluca, después a la frontera a la cuarentena, luego hacer paradas en Houston y Luisiana hasta llegar a Tryon. (Por fortuna nuevos amigos se fueron sumando y apoyando).

Además de lluvia y cuestiones logísticas que se resolvieron, la salud me cobró factura. Al llegar a Luisana mi intestino ya no funcionaba, llevaba dos días paralizado. Eduardo, Pedro y Dorado, prepararon todo para resolverlo mediante equinoterapia con Batik. Por eso mi vida está ligada a los caballos más allá de ser un binomio: mi salud depende mucho de ellos, porque requiero de su estímulo para que mi sistema digestivo siga generando los movimientos peristálticos.

En medio de una emoción inmensa, el deseo de salir a las pistas en Tryon y la salud mermada, vivimos el sueño, la primera competencia internacional, la primera vez que representaba a México. Al finalizar los WEG estaba la incógnita de qué seguiría, y la respuesta llegó pronto, además de que Toni y Jaime Camil me obsequiaron a Casiro, así que ya teníamos una nueva ilusión para seguir trabajando: se abrió la posibilidad de ir a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, y empezamos a prepararnos. 

Rumbo a Tokio

Se sumó a nuestro proyecto la Ganadería Las Morerías, además de todo el enorme apoyo del Lic. Abelardo Morales, Lorena Morales, Héctor García, Enrique Pina y todo un staff maravilloso.

Solemne Mor nuevamente me ayudó a hacer binomio, estamos más fortalecidos en la parte deportiva, pero continuamos buscando los patrocinadores y apoyos para hacer nuestra calificativa en EU, para obtener los puntos y llegar a las Paraolimpiadas de Tokio 2020.

México se encuentra entre los primeros cinco países que pueden considerarse potencia en América, apenas por debajo de EU, Canadá y Brasil (el otro país es Argentina), pero se ve afectado con las nuevas reglas de la FEI, que no permite más de dos atletas del mismo grado en el equipo.

En España se lleva a cabo desde hace diez años el circuito de Doma Adaptada, un deporte inclusivo, donde diferentes ganaderías y patrocinadores apoyan a los jinetes, impulsándolos con premios económicos y generando una cultura más fuerte de inclusión en la Doma, y por ende, mejores resultados en la disciplina. En nuestro país el Dressage puede considerarse de élite, pero en mi modalidad es una forma más de inclusión, ofreciéndome además una vida saludable y funcional que sólo me brinda el caballo.

Tenemos una geografía muy vasta para hacer un buen circuito paraecuestre, donde sociedad, prensa, FEM, ganaderías y patrocinadores conformen un proyecto integrador, así ganaríamos mayor presencia a nivel internacional. En la tercera fecha del Circuito de Adiestramiento del Noreste, el Instituto HOGA y el Comité lograron un importante acuerdo para poner en la pista a binomios que llevan años de trabajo para mejorar su condición de vida y salud a través de la equinoterapia, dando un giro trascendental. 

Felicito a Paulina Villarreal, a Israel Rodal, al Ing. Francisco Elizondo, a Eduardo Vega, a instructores del instituto y a los padres que continúan soñando en transformar la vida de sus hijos.

Quiero agradecer profundamente a todos aquellos que hacen posible que mi sueño se mantenga vivo, sintiéndome muy bendecido de que la vida nos pusiera en el mismo camino.