//Entrevista a Roberto González Gracida

Entrevista a Roberto González Gracida

Roberto González Gracida viene de una familia polista de hace muchos años, que inició con su abuelo, el Sr. Gabriel Gracida, charro y gran jinete, quien hizo famoso a Camsia, un ejemplar con el que viajó por todo el mundo. Él fue entrenador y arrendador de los caballos del entonces presidente de México, Manuel Ávila Camacho durante los 40 y que junto con el general Mariles deseaban tener un equipo de equitación de excelencia.

Desde entonces se unieron a esta pasión por los caballos, por los hipódromos y clubes, muchos miembros de la familia, en donde destaca esta generación formada por Carlos (QEPD), Rubén, Memo, Gabriel, Armando, Guille, y por supuesto, Roberto. Es en medio de este ambiente ecuestre, rodeado además por otros jinetes, caballerangos, cuidadores, entrenadores y demás, que fue campo fértil para cultivar la afición por el Polo, al cual se dedicó profesionalmente. Recuerda que Carlos siempre lo llevaba a todos los torneos importantes en todo el mundo, dejando una enorme enseñanza y gran legado.

En entrevista exclusiva para Mundo Equino, Roberto nos cuenta más sobre su vida y esta actual generación de polistas.

Cuéntanos sobre tus hijos, que son la siguiente generación de polistas de la familia.

Empezaron desde muy chicos en el Club de Polo Tecámac. Cuando empezamos a viajar a Inglaterra o a Estados Unidos, estaban conmigo y siempre han vivido el Polo. He disfrutado mucho verlos crecer y evolucionar hasta lo que hoy son.

Andrés con una personalidad muy suya, en tanto que Alejandro es un poco mucho más expresivo dentro de la cancha. Ya está más en Estados Unidos desde el año pasado, quiere iniciar su carrera, lo
cual apoyamos y le deseamos mucha suerte. Háblanos sobre las copas que te han marcado, a lo mejor son muchas pero destaca la Copa de la Reina.
Hay copas que te marcan con mucha alegría sobre todo cuando ganas, hay otras que no se te olvidan porque no duermes y hasta la fecha te acuerdas de un error o algo que sucedió dentro de la cancha.

Recuerdo una en especial, una semifinal en entrada extra en overtime, estábamos jugando para Coca Cola, teníamos el partido contra los Nerlos y ese año era nuestro. Estaba con Adam Snow, Owen y un gran señor, Squirrel Johnson (QEPD). A mí me tocó cometer un error y no lo he olvidado. El Polo da la oportunidad de viajar mucho y de conocer, platícanos un poco acerca de ello. Sí, hay lugares exóticos, lugares de riqueza impresionante como Brunei. Estuve durante más de 10 años en el proceso desde la cancha 1 hasta la cancha 3 con luz, que es algo muy raro en el mundo y muy raro para jugar también porque no estás acostumbrado a eso.

En Asia, Singapur, hay lugares muy lindos, también con sus fanáticos como en otras regiones. Yo creo que el lugar con más tradición en el Polo que me he topado ha sido Inglaterra, donde la gente sabe mucho del deporte, pero también las críticas son mucho más duras. No solamente hay que saber jugar, sino saber comportarse, saber de equitación y de caballos, todo el día te están probando y más a nosotros los mexicanos. Pero entre los primos, Carlos, Memo y yo, les demostramos que sabemos jugar y lo hacemos bien, y fuimos reconocidos por ello.

Se dice que los mexicanos tienen una manera muy peculiar de montar que les llama mucho la atención y que forma parte de su sello.

Fíjate que es una pregunta que siempre he hecho a través de mis tíos: ¿de dónde y cómo aprendieron esa equitación? Lo único que puedo rescatar y de las pláticas que he tenido con todos y también con los primos, es que venimos de esa escuela militar inglesa y parece que mi abuelo les inculcó a sus hijos siempre este tipo de equitación, obviamente respetando todas esas reglas británicas, así que hicieron algo muy único, fue la forma y la escuela que aprendimos. A veces soy exigente en esto y es mi meta poner un sello, jueguen o no jueguen, que hagan las cosas bien.

¿Cuál ha sido la huella que han dejado los Gracida y que han mantenido por generaciones?

Sí, a mí ya me toca porque ya soy mayor, así que ahora hay que “molestarlos” como lo hacían con nosotros nuestros tíos, señalando nuestros errores, que había que hacer esto o aquello, montar de determinada forma, mejorar esto otro.

De mi parte espero transmitir a mis hijos todo lo que aprendí para que no se pierda de ninguna manera ese sello. Con ellos tengo una manera exigente, les enseñé pero nunca les pedí “por favor hazlo así”, y esto debido a que aprendí que si no te empujan a tus límites, entonces te quedarás en tu zona de confort sin hacer mejor las cosas o diferentes.

¿Qué es el Polo para ti y hacia dónde quieres llevarlo?

El Polo es una pasión y lo seguirá siendo hasta el último día que deje de montar, que ojalá pasen muchos años y que esté físicamente bien. Es una tradición y me siento con el deber de impulsar a nuevos jóvenes, a mujeres y sobre todo a mis hijos que están en ese proceso. Alejandro está con ese gusanito de que está en Estados Unidos y va a tratar de ser profesional, entonces hay que empujarlo con todo. Andrés está acabando la universidad, estoy esperando si en algún momento me dice “yo también me quiero ir” y bueno, estarán los dos acá.

¿Cuál es la mayor satisfacción que te ha dejado el Polo al día de hoy?

Yo creo que una de las mayores satisfacciones son los amigos que he hecho y el haber conocido a gente muy especial. Eso es algo que el Polo te da porque es una comunidad muy grande. Tú puedes viajar a cualquier lado del mundo un día y en los más remotos lugares siempre habrá un sitio donde se juegue y a la vez encontrarás a un amigo que conociste en alguna ocasión.

Cuéntanos de tu escuela en Tecámac, donde entrenas a chicos medianos y grandes para jugar Polo.

Es un interés que tengo para impulsarlos, llevarlos por el mejor camino, sobre todo a los más chicos. Que sepan lo que es el Polo, lo que es un caballo, que valoren y aprendan todo lo que puedan aprender, desde cómo cuidar al ejemplar, qué necesita y también qué necesitan ellos como polistas. Es un poquito darles lo mucho que me ha dado este deporte y regresarlo a todas estas jóvenes promesas.

El año pasado realizamos el primer torneo de mujeres con muy buenos resultados. De estas niñas que tienen mucha afición, los papás son jugadores de Polo, son de un club de muchos años y bueno, mi meta es dedicarles un poco de tiempo. La Federación Mexicana de Polo avala esta escuela precisamente para que no haya ningún problema en cuestión de estar acreditado. Este tema es delicado y la gente lo debe de entender: deben acercarse a un profesional o con la FMP, quien puede guiarlos para decirles dónde pueden tomar clases de Polo.

Así surgió el proyecto del paddock Santa María que tengo en Tecámac para empezar a dar clases. En un principio fue de forma muy empírica, muy amigable, como de amigos, de repente fue tomando forma y ahorita es impresionante la cantidad de gente que tenemos. Surgió por casualidad: un amigo polista quería clases para su hija y me sugirió poner una escuela, así que probamos y ya cumplimos dos años. La gente se ha divertido y ha tenido mucho éxito en el sentido que hemos atraído a gente joven. No sólo chicas con mucho entusiasmo, sino también un sector de adultos que vienen, juegan, aprenden, se divierten y se van.

Estoy muy contento porque hemos tenido una buena aceptación. Al principio dudaba un poco al respecto sobre quién querría venir acá a tomar clases, pero bueno, ahí está, concluye Roberto, feliz. El Polo es un deporte de velocidad, de contacto, de adrenalina que, sobre todo cuando se aprende a corta edad y se aprende bien, se tienen las bases para ser un gran deportista.

La gente llega a Tecámac y se acerca a Roberto por el reconocimiento que tiene como polista y su amplia trayectoria, además de ser muy estimado. Para mayores informes de la Escuela de Polo Tecámac hay que contactar a la Federación Mexicana de Polo a través de su página web (fmp.org.mx) o en Facebook. Roberto González Gracida estará en México en septiembre próximo para dar clínica y clases en la escuela Santa María dentro del Club de Polo Tecámac.