//Cabalgata en el valle de Bledos, SLP: La Ventilla, Carranco y San José de Bledos

Cabalgata en el valle de Bledos, SLP: La Ventilla, Carranco y San José de Bledos

Hace ya cuatro años realizamos una estupenda cabalgata de la exhacienda La Ventilla a la de Carranco y de ahí a la de San José de Bledos; los tres cascos de las antiguas haciendas de Bledos Alto y Bledos Bajo (hoy Carranco) y La Ventilla, se encuentran a una distancia bastante agradable (unos 10 km) para realizar una cabalgata por las ribera del río de la Ciénega de los Bledos, por lo que calculamos ir al paso para realizarla en dos horas de ida y dos de regreso.

Alquilamos los caballos en Villa de Reyes, ubicada en el valle de San Francisco, a la entrada del valle de Bledos y quedamos de vernos en el antiguo patio de trabajo de la hacienda cerca del antiguo Molino de San Miguel a las 9:00. 

Cuando llegamos, notamos que hacia arriba de la colina se veía el hermoso casco de la hacienda, que data del siglo XVII y que fue parte del marquesado de Jaral de Berrio. Por fortuna ya se encontraban ahí los caballos amarrados a los antiguos árboles que bordean el patio de trabajo. 

Llevábamos las monturas a las que estamos acostumbrados: la charra “chumitiada” en rojo y negro de Enrique; las texanas de José Francisco y mía; la española de mi esposa Cameli, de borde alto y estribos giratorios; así como las sillas charras de mis nietos Enrique Andrés y Daniel. Guardamos el itacate para comer en Bledos y amarramos con los tientos saraperos nuestras mangas, ya que estaba nublado y llovería por la tarde-noche.

Antes de montar subimos hasta donde se encuentra la casa grande de dos pisos, que tiene rampas para subir. Se dice que ahí llegaban las mulas cargadas de plata y que los almacenes, por seguridad, estaban en la parte alta. 

Junto a la casona de La Ventilla se encuentra su capilla, que actualmente es la iglesia de esa población, y al bajar hacia donde estaban los caballos pudimos ver la antigua plaza de toros a donde acudía yo hace muchos años al tentadero.

Recuerdos de infancia campirana

Nos dirigiríamos hacia el poniente con unos 10° hacia el norte, siguiendo el camino hacia Carranco, a una distancia de unos 5 km. Aquí empezaron mis recuerdos de cuando íbamos a caballo a La Ventilla, saliendo temprano de Carranco para llegar al tentadero de las reses bravas que entonces tenían en la hacienda con simiente de Santo Domingo, ya que este lugar desde hace cerca de un siglo pertenece a la familia Meade.

Como las 11:00 vimos entre el verdor de la arboleda la población de Carranco, así que tomamos camino hacia la izquierda para atravesar por el hermoso y antiguo puente que data del s. XVII. La hacienda ha permanecido en manos de los descendientes de la familia Meade desde hace más de 150 años; una construcción que para mí guarda entrañables recuerdos: ahí aprendí a montar y realicé las faenas del campo ganadero lechero y bravo, bajo la tutela de don Ricardo “El Pollo” Gómez Meade, casado con una prima mía, doña Carmen “Carmina” Valle Ardila. 

Fue una época maravillosa para el niño que fui aquellos lejanos años. Por las mañanas acudíamos a la ordeña del gran ganado lechero que había en la hacienda, ya entonces famosa por sus mantequillas y quesos, que siguen siendo de gran calidad.

De ahí al rico desayuno y más tarde, guiados por don Abelino, el mayoral, salíamos a los potreros donde pastaban los toros bravos, para ver su desarrollo, o para curar a los animales heridos. Recuerdo la voz de los vaqueros cuando decían: “¡Toro, toro… toro, toro, toro!”, y aparecían entre las nopaleras los finos cuernos de algún toro o novillo, que lazábamos para revisarlo en el caso de que estuviera lastimado. 

De regreso íbamos a casa a comer, y por la tarde nuevamente nos dedicábamos a la ordeña y a recibir a las cuadrillas que venían del campo de visitar los potreros. “¡Ave María Purísima!”, rezaban los vaqueros (todos con sombrero charro), descubriéndose frente a don Ricardo, quien contestaba: “¡Sin pecado original concebida!”. Entonces desmontaban y daban su informe de los potreros recorridos y de ahí se mencionaba el que visitaríamos al día siguiente. 

Hermosa vida, una tradición que se ha perdido.

Visita por las antiguas haciendas

Desmontamos un rato en Carranco para recorrer su antiguo casco y hermosa casona, así como las rampas que conducen a los antiguos hornos de beneficio de la hacienda. Después volvimos a montar cerca del mediodía, pasamos frente a la casona y salimos por la puerta de campo que da al viejo puente y tomamos el camino hacia Bledos Alto, siempre a la ribera del río de los Bledos, hacia el poniente con 10° norte.

Ascendiendo hacia Bledos el casco de Carranco se encuentra en la ribera izquierda, mientras que en Bledos está el antiguo casco a la derecha. Esta hacienda pertenece actualmente a la familia Gómez Valle; originalmente disfrutó del beneficio de las ricas minas de la región, conservando aún sus rampas y hornos para el manejo de los metales. 

Su historia data de finales del s. XVI, ya que en 1590, Francisco Cárdenas registró la propiedad levantada en Ciénega de Bledos como Baúl de Todos los Santos y de San José de los Bledos. Meses después construyó en la ribera del río de la Ciénega de los Bledos, un molino para el manejo de los minerales y la extracción de la plata, a la cual llamó Bledos Bajo de San Cristóbal, que daría origen a la hacienda de Carranco.

Ecos del pasado en el presente

Fue una gran cabalgata a la siniestra del río, el cual por tratarse de la época de lluvias llevaba un caudal suficiente para amenizarnos la marcha con el cantar de sus aguas. Entre grandes nopaleras, mezquites y pirules de rojos frutos ubicados más cercanos al río hicimos camino.

Yo iba contando a mis compañeros las aventuras que viví por aquellos lares, llenos de recuerdos. Así fuimos pasando el tiempo, a ratos asomaba el sol el cual brillaba con gran intensidad esparciendo su calor por el campo, que aquí pega en serio por tratarse de una región semidesértica, por lo que agradecíamos a las nubes cuando se interponían entre el astro rey y nosotros. Con avidez mis nietos buscaban toros, haciendo suyas las voces de los vaqueros de antaño: “¡Toro, toro… toro, toro, toro!”.

Así seguimos, en agradable camaradería, y cerca de una hora después vimos que el camino de terracería se acercaba a las márgenes del río para hacer una curva y tomar camino hacia la entrada de la hacienda de San José de los Bledos. También es famosa en la región potosina y muy ligada a la historia de nuestro país: hace más de 200 años pertenecía a los Gándara, familia de la única virreina mexicana, doña Francisca de gándara, esposa del general don Félix María Calleja y del Rey. 

Se cuenta que en los días cuando en Dolores el cura don Miguel Hidalgo y Costilla, el capitán don Ignacio Allende y el teniente don Juan Aldama se levantaban en armas en contra del “mal gobierno”, el general Calleja se encontraba en la hacienda de sus parientes, siendo en este sitio donde recibió la noticia del levantamiento. Por ese motivo mandó reunir a su ejército en la cercana hacienda de la Inmaculada Concepción de la Pila, que actualmente pertenece a la familia Cabrera, de gran prestigio en San Luis Potosí.

Recuerdos que permanecerán vivos por siempre

En el patio de trabajo desmontamos, poco después de las 13:00, frente a la casa grande y la iglesia de San José. Ya conocía esta hermosa casa del s. XVII, así que después de enfriar nuestras cabalgaduras y amarrarlas a la sombra de un pirul, bajamos nuestro itacate: quesos de Carranco, virotes de la panadería de Villa de Reyes, agua de naranja para los niños y nuestra bota con buen vino del Valle de Guadalupe.

Después de descansar visitamos la hacienda de Bledos, asiento de los lanceros de Bledos (a inicios de 1824) quienes cuidaban los cargamentos de plata que salían por Villa de Reyes con destino a San Miguel de Allende. Preparamos nuestros caballos, revisamos sillas, y montamos con rumbo a la hacienda de Carranco, descendiendo a la ribera del río de la Ciénega de los Bledos.

El cielo estaba más cerrado de las nubes blancas de la mañana y se estaban tornando más grises, pero sabíamos que si llovía sería hasta la noche, así que bajo la sombra de las nubes continuamos por el camino que ya habíamos recorrido de subida a Bledos. Y así unas horas más tarde entramos a Carranco, tomamos el camino de terracería y en donde se levanta el viejo puente dimos vuelta a la izquierda para entrar al patio de trabajo de la hacienda. 

Seguimos ya sin detenernos ahí, pero a medida que la dejábamos atrás mis recuerdos se hacían más fuertes. Por fin cerca de las 16:00 llegamos al camión que esperaba en el patio bajo de La Ventilla. Desmontamos por última vez y la nostalgia volvió a mí; enfriamos a los caballos, los desensillamos y ayudamos a subir a su transporte con rumbo a Villa de Reyes, mientras esperamos y guardábamos las sillas con lentitud, como queriendo que no acabara el día, pero finalmente emprendimos el regreso a San Miguel de Allende.

Hermosa cabalgata con mi esposa, hijos y nietos, cargada de recuerdos que ya no sólo son míos, sino también de todos ellos… de cosas que no volverán a ser, pero que uno guarda muy cerca del corazón.

Enrique Guinchard y Sánches

José Francisco Guinchard Aldasoro

Enrique Guinchard  Aldasoro

Federación Mexicana de Cabalgatas, A. C.