//La primera leyenda de Sotelo, Gay Dalton

La primera leyenda de Sotelo, Gay Dalton

Con 76 años de vida, el Hipódromo de Las Américas tiene un sinfín de historias, algunas desaparecidas y otras que han perdurado. Hay dos personajes que conocían estos relatos: el maestro Luis Viñals y el decano del periodismo Rubén Haces, fallecido en diciembre de 2018 pero que llenó con sus crónicas y recuerdos infinidad de páginas.

Ambos tenían un ídolo en común, Gay Dalton. Viñals lo usó como seudónimo en varios de sus relatos, mientras Haces escribía recurrentemente “al estilo de Gay Dalton” cuando un caballo salía de las sombras para tener un cierre espectacular al humillar y rebasar a sus rivales. Fue la primera leyenda que se hizo en Las Américas: no sólo hizo el doblete en el Clásico de Clásicos al ser el primero en su historia, sino se ganó el corazón de los aficionados.

El maestro 

Data este relato de cuando en Sotelo el deporte de reyes acababa de renacer, estaba inundado de caballistas norteamericanos y los capitalinos aún se maravillaban con la velocidad de los Pura Sangre; se compone por pláticas de don Rubén, sus escritos, así como crónicas de don Luis que lo contaron a su manera. Todo comienza con un caballo, el casi insignificante Brushfoot, ordinario, útil, que pagaba sus gastos, pero no diferente al resto.

Era muy especial, compañero inseparable de un inmortal de la hípica. Cuando el capitán Patrick Irving O’Hay llegó al Hipódromo, su pequeña caravana llamó la atención de los periodistas y de los que estaban en la Loma Bonita. En el auto venía el viejo soldado, su esposa y dos indios navajos. Enganchado al coche un remolque con dos caballos, uno veterano castrado y un tresañero que no había corrido en su vida.

El primero era Brushfoot, y el otro Gay Dalton. Fueron alojados en caballerizas contiguas y su vida comenzó como si fueran gemelos, lo que hacía uno, lo hacía el otro, salían juntos a la pista y el veterano le mostraba al novato los secretos para ganar las carreras: ahorrar terreno, la manera de arrancar y cómo humillar a los rivales.

Los indios eran vistos con curiosidad. Bailaban danzas y se decía que sus ritos eran mágicos, pues tenían el poder de aumentar la velocidad de los caballos. Y se inauguró el Hipódromo. Brushfoot era una figura gris cuyo importante papel era conocido sólo por quienes estaban enterados de la vida íntima de las caballerizas. Se dice que por venganza contra O’Hay, Brushfoot le fue arrebatado en una reclamación, una mala jugada. Fue en esa tarde que el veterano de mil batallas y héroe de increíbles aventuras lloró por un caballo barato. De ese tamaño era el amor que le tenía a sus ejemplares y el cual influiría en Gay Dalton más adelante. 

La leyenda

Gay Dalton, hijo de American Flag en Traumerette por Traumer, hizo historia en Las Américas. Fue un “patito feo” del que surgió una estrella. Una vez que arrancaba desaparecía su fealdad y le salían alas, además se comenzaba a creer que era cierto lo de los ritos y bailes mágicos de sus cuidadores navajos. 

En los libros de récords quedaron escritas sus hazañas, pero su verdadera grandeza fue su impacto en la hípica mexicana. Sobrevive a través de los recuerdos, de las pláticas de aquellos testigos que vieron cómo atraía como imán a la incipiente afición capitalina. Surgió rodeado de misticismo, desde que hizo su llegada al Hipódromo. 

Sólo 700 dólares 

Gay Dalton únicamente costó esa cantidad. El capitán lo encontró y supo leer en sus ojos la mirada de los campeones. Se enamoró del potro, pero no tenía dinero. Encontró ayuda en Gaylor Denton y Dalton Burt (de ahí el nombre), quienes consiguieron el préstamo y lo compraron, confiados en la sagacidad de O’Hay. 

Después intervino el destino: cuando ya estaba listo para correr, en la costa del Pacífico no había carreras, pero en la Ciudad de México estaba por abrirse un moderno hipódromo y daban las facilidades a los que quisiera acudir.

Gay Dalton corrió y ganó su primera carrera el domingo 7 de marzo de 1943, un día después de inaugurada la pista de Sotelo. No corrió como juvenil: su debut fue a los tres años. Dejó ver destellos de gran velocista en potencia, lo que le valió aparecer como favorito en el Derby Mexicano el 16 de mayo, aunque fracasó en su primer intento y tuvo que conformarse con cuarto lugar. Misma suerte sufrió en el Hándicap de Las Américas con cien mil pesos de bolsa; esta vez fueron 16 cuerpos los que lo separaron de Step By. Volvió al norte con un balance de ocho carreras, cuatro victorias y otras cuatro en las que quedó fuera del dinero.

Lleno de gloria

Gay Dalton, después del accidente carretero donde sufrió lesiones tanto él como su entrenador, volvió para su segunda campaña donde se consagró como ídolo. Su reaparición fue en noviembre de 1943 en el Hándicap Sonora, los fantasmas de la derrota lo abrazaron y terminó noveno, pero fue la última vez que desilusionó a la fanaticada. 

Y comenzó su racha de triunfos: logró la victoria en los Hándicaps Zacatecas, Chihuahua y Navidad. A partir del 9 de abril de 1944, empezó una cadena de nueve triunfos consecutivos y la segunda parte de la campaña 1944-45. Ganó el Hándicap Morelos con cuatro cuerpos, el de Las Américas por 15 y el Presidencial por tres.

El de Las Américas fue quizá la carrera más impresionante del formidable alazán. Iba cargado con 130 libras a 18 cuerpos atrás del pelotón en el primer cuarto, recortó a dos cuerpos la distancia en los siguientes dos furlongs; iba en punta ocho cuerpos adelante al entrar en la recta final y terminó ganando plácidamente.  

O’Hay, quien lo descubrió y lo volvió un gran corredor, falleció en el verano. Su viuda y los copropietarios lo entregaron a Buster Miller para su entrenamiento; él lo llevó a Hollywood Park, pero la gente lo pedía en México y fue tanto el clamor que regresó a principios de 1945.

El 11 de marzo reapareció y ganó el Hándicap Tamaulipas en cerradísimo final contra Samborombón. El día 25 conquistó el Hándicap Tabasco por cuatro largos; el 15 de abril se anexó el Hándicap Tlaxcala por cuerpo y medio, y el día 22 conquistó su segunda victoria en el Hándicap de Las Américas.

Su última carrera en Las Américas fue el Hándicap Presidencial del 13 de mayo de 1945. Con 132 libras, el segundo peso más alto que se le asignó. El súper campeón ganó por poco más de un largo sobre el potro Checkerhall, al que concedió margen de 15 libras.

Poco antes de la prueba en la que ofreció uno de sus esfuerzos más impresionantes, empezó una fina lluvia que se convirtió en diluvio. Gay Dalton quedó rezagado, sin embargo, su jinete soltó al ídolo y se volvió un expreso que parecía que lo dejaría atrás.

Siete largos aún lo separaban del líder en la recta final, parecía inverosímil una remontada, pero mostró que no había imposibles. Sus kilométricas y bien medidas zancadas redujeron metro a metro la distancia hasta cazarlo muy cerca del alambre.

Nunca antes ahí se habían escuchado tantos aplausos frenéticos como muestra de cariño. Él respondió a galope corto, majestuoso, dándose cuenta del lugar que ocupaba en el corazón de esos miles de aficionados, pero que jamás volverían a verlo en acción.

Gay Dalton fue llevado a Hollywood Park donde hizo carrera, pero es historia aparte. Se dice que después de la muerte de su amado Patrick O’Hay ya no fue el mismo, lo había afectado mucho, así como las manos extrañas y el cambio de ambiente. Sin ganas de correr, murió tranquilamente en su establo, se dice que de tristeza. 

El gran corredor fue en busca del amigo que lo hizo un grande, una leyenda del Hipódromo de las Américas.