El Gran Zar del Hipódromo, un caballo que alcanzó la inmortalidad
En 76 años del Hipódromo de las Américas han pasado miles de caballos que han dejado huella y me hubiera gustado ser testigo de muchas batallas legendarias, de seguir el camino de atletas que se convirtieron en leyenda. A veces me imagino viajando en el tiempo para llegar y aplaudirles en la zona de playa, viendo cómo se esfuerzan por llegar al poste de meta: ¡qué daría por ver al poderoso tordillo Gran Zar, que se forjó al calor de la batalla y que otorgó épicos enfrentamientos! Y esta es su historia que hoy les comparto.
El césar de la pista
Gran Zar fue un tordillo, hijo de Raja Baba en Tap The Tilt por Native Charger, nieto de Bold Ruler y criado por José Antonio y Miguel Náder. Comenzó su carrera bajo la dirección de René Castillo con los colores del criador y caballista Roberto A. Ruiz.
Como juvenil no hizo mucho en 1977: participó en siete carreras, con dos victorias, dos segundos y algunos terceros. Concluyó su primera campaña el 30 de julio, quedando tercero en el Clásico Nacional de Criadores.
Como tresañero inició el 15 de enero de 1978 en una carrera ordinaria a 6 furlongs, pero perdió pese a ser favorito, detrás de Azteca, por siete cuerpos. El día 28 comenzó su camino triunfal con Gustavo Mario Márquez en la silla. Portó los colores de Roberto A. Ruiz por última vez el 5 de febrero. Después fue vendido a la Cuadra Alejandra, que llevaba pocos meses en Las Américas y el 19 de febrero ganó su tercera victoria consecutiva con Márquez al mando.
La Triple Corona: supremacía de las potrancas
Es un evento que atrae a los fanáticos de este deporte de reyes, siendo pocos los ejemplares capaces de consagrarse y escribir su nombre en la historia. Hasta 1978 las hembras habían dominado el serial: en 1946 Pluckly Flag, de Cuadra México, se convirtió en la primera triple coronada.
En 1949 otra yegua fue ganadora. Se trataba de Re-Torta, montada por Emilio Rodríguez y entrenada por Claudino Hernández, dando a Cuadra San Luis la primera de las dos coronas que cosecharía en Las Américas.
Pasaron 17 años y por tercera vez fue otra potranca: Cachava, hija de Rulership y criada por Carlos Gómez bajo las enseñanzas de Claudino Hernández y montada por Moisés Julián en el Stakes, mientras Esteban González se ocupó de meterla en primero en el Gran Premio y Derby.
Así se hizo la creencia de que la supremacía de las yeguas era total y una maldición para los potros. Esto cobró fuerza cuando Guadamur de Cuadra Carrusel, uno de los más recordados y queridos por la afición, fue vencido por Decoma, después de haber ganado con autoridad las primeras dos batallas.
Se rompe el maleficio
Gran Zar buscó sacudirse la maldición, y con esa valentía enfrentó la primera gema de la Triple Corona. Aureliano Noguez fue traído de Tijuana para montar al tordillo llevándolo de punta a punta a la victoria. El entrenado por Federico Roa no fue apoyado por el aficionado, pues las buenas vibras se inclinaron por Adriático, propiedad de Jesús Barba, sin embargo, cuando se dio la salida del Stakes Jockey Club, Gran Zar fue lanzado por su jinete para no dejarse alcanzar en los 8 furlongs y conservando ventaja de cinco cuerpos y medio
El 16 de abril se corrió el Gran Premio Nacional, aún exclusivo para tresañeros nacionales y salió como favorito. Venció con autoridad a 12 rivales, si bien la tabla mostró que su triunfo fue por dos cuerpos y medio, testigos afirman que su margen fue mayor, pues perdió bastante terreno en la entrada a la recta final y después yendo hacia adentro en la tierra derecha. Gran Zar pasó su segundo obstáculo, pero tenía que imponerse a los caballos importados, en especial a Commendatore de Cuadra Las Ánimas.
Para el Derby Mexicano, el nuevo consentido tenía la tarea de convertirse en triplecoronado. Bajo la monta de Noguez, dio una magnífica actuación sobre la ruta clásica de milla 1/8 y al bordear la última curva hizo una maniobra magistral: al atrasarse un poco Mark-Kitos a la entrada de la curva, y justo cuando Trampero se comenzaba adelantar por fuera, mandó a Gran Zar entre Commendatore y Mark-Kitos, rozando con sus botas las de sus jinetes, viéndose para el gran duelo final con Trampero que se puso a su derecha.
Abandonó la lucha Commendatore, por lo que el tordillo y el retinto se fueron los últimos 500 m cabeza con cabeza, alejándose con cada salto hasta llegar a la meta separados apenas por un cuello. Fue así que Gran Zar entró al simbólico Salón de la Fama de la hípica mexicana como el primer potro ganador de la Triple Corona.
Por la fama internacional
Cuando en los palcos del Hipódromo El Comandante, de San Juan Puerto Rico, afloraban por doquier las porras en favor de uno y otro país, se dio la partida. Se inició el recorrido de los 1800 m el 10 de diciembre de 1978. Al abrirse las puertecillas del arrancadero, se formó un embotellamiento en el cual Gran Zar sacó la peor parte. Golpeado y estorbado, se vio relegado a las últimas posiciones.
Pero tenía un gran corazón, regresó del fondo y emparejó al puntero Torrejón a metros del final. Por un instante ambos estuvieron empalmados, haciendo contacto, sin dar ni pedir cuartel, y por fin prevaleció el tordillo, pero poco le duró el gusto. Ezgarta, el otro caballo mexicano, devoró el terreno, en un instante lo superó y dejó atrás por tres cuerpos.
Gran Zar, evidentemente cansado por correr fuera de su estilo, tuvo que agotar su reserva de energía para contener a Auroreño y reclamar la segunda posición en el XII Clásico Internacional del Caribe. La rivalidad entre él y Ezgarta se hizo evidente y siguió en cada enfrentamiento que protagonizaron.
En el Clásico de Clásicos
Su fama creció y comenzó su camino hacia el firmamento. Su siguiente paso fue el Hándicap de Las Américas. Tras ganar en el Hándicap Gay Dalton y Presidencial, el entonces secretario de carreras Felipe Mejía, asignó la carga de 123 libras.
Gran Zar enseñó sobre la ruta clásica de milla ¼ que tuvo la capacidad para llevar peso, así como poder de aliento. Montado por Jesús González, ganó por cinco cuerpos la máxima carrera de la división mayor. Esa fue su última carrera en el 79 siendo nombrado también como Caballo del Año.
En 1980 volvió, con más descalabros y abolladuras en su corona, sin embargo, a la hora de la verdad sacaba la casta. En el Clásico de Clásicos volvió a ser autoritario y con la gran monta de Santiago Benito jugó con sus rivales en un triunfo incuestionable, imponiendo un nuevo récord al terminar los 10 furlongs en 2:04 dos quintos, mejorando la marca del gran Guadamur. Gran Zar se convertía en doble ganador del Hándicap de Las Américas.
Esta fue su última victoria en Sotelo, pues fue llevado a California para correr en el Hipódromo Del Mar, sin el éxito esperado. Este ídolo dejó un récord impresionante al correr en 37 ocasiones y logrando 16 victorias, 11 segundos lugares y tres terceros, con ganancias por 347.294.00 dólares.
Sin duda fue una estrella en la pista de Sotelo, brilló y se entregó, por ello es una de las leyendas de la hípica mexicana. Gran Zar fue un grande.
Juan Carlos Velázquez
Fotos: Archivo Hipódromo de Las Américas