El pasado 9 de noviembre la Federación Mexicana de Cabalgatas (FMC), realizó la comida anual y cabalgata de fin de año en el cerro de la Virgen y el cerro Paraje de la Plata, en el Estado de México. El evento contó con la presencia de amigos de la Ciudad de México y de los estados de México, Morelos, Puebla, Michoacán, Querétaro e Hidalgo, generando así una gran asistencia.
También contó con la presencia de varias razas de caballos, como Cuarto de milla, Español, Portugués, Árabe, Azteca y varias más, en un gran y emotivo día de caballos, familia y amistad.
El encuentro inició a las 9:00 en las cercanías del panteón de Salazar, que se encuentra camino a Toluca, frente al Parque Nacional Insurgente Miguel Hidalgo y Costilla, popularmente conocido como La Marquesa. Con el frío matinal que caracteriza a esta zona boscosa y la época del año, poco a poco llegaron jinetes y caballos.
Desafiando una temperatura cercana a los 8 ºC y un cielo claro sin nubes, aunque ya anunciaba el inicio de la época de heladas, a mediodía sobre los 25 ºC, con el sol quemante de la montaña, pero con un clima privilegiado que vaticinaba un precioso día que nos recibía para esta gran cabalgata.
Una amplia convocatoria y un trayecto bien planificado
Inició ese día con un nutrido grupo de más de 60 binomios, se trató de una gran convocatoria en la cual todo mundo estaba listo, puntual y con gran ánimo para disfrutar de esa magnífica jornada. Para ello días antes, junto con amigos miembros de la FMC, se realizaron las rutas correspondientes, con el fin de no tener contratiempos y aumentar la seguridad de la trayectoria, aceptando así la responsabilidad de ser los guías.
Debido a la prolongada temporada de lluvias y la cantidad de agua que este año se recibió en la zona, se afectaron de manera tremenda los caminos, encontrándolos todavía lodosos, encharcados y muy resbaladizos, por lo cual se realizaron tres recorridos de rutas diferentes para escoger una que fuera la más segura con caminos reales anchos para un mejor andar y disfrutar de la belleza natural del lugar.
Como es usual en las cabalgatas de la FMC, los guías y amigos comenzarían con una plática indicando la logística del recorrido y cómo se llevaría efecto, así como la colocación de listones rojos y azules para distinguir a caballos enteros o que pudieran patear. Además se mencionó sobre su duración probable (unas cuatro horas y media), así como el tipo de ruta.
Por cerca de dos horas y media cabalgaron a través de cerros y montañas por caminos reales y caminos de herradura, para dirigirse al cerro de la Virgen y así llegar posteriormente al cerro Paraje de Plata, donde tendrían un descanso para dar aire tanto a los caballos como a los jinetes, ya que la llegada al paraje sería por una subida bastante inclinada y prolongada en medio de un bosque espectacular. Finalmente tomaron un camino durante un par de horas para regresar al punto de partida, la población de Salazar.
Entre cerros, bosques y montañas
La primera etapa de la ruta fue para ascender a lo más alto del cerro de la Virgen, que fue ardua por la inclinación, pero al llegar a su cúspide, les brindó una espectacular vista donde pudieron observar al fondo las cumbres del famoso Nevado de Toluca, así como libre y claro el destacado valle de la ciudad, sitio de famosas haciendas como la de Atenco, además de considerarse la primera ganadería del continente americano. La vista en esta cumbre es realmente maravillosa, con paisajes inolvidables.
A través de caminos reales y de herradura entre majestuosos y antiguos bosques de pinos y oyameles, cabalgaron por esos caminos cómodos, seleccionados para evitar lo lodoso, mojado y resbaladizo de las veredas adyacentes. Por ahí siguieron en ascenso hacia las montañas, a una altura entre los 2200 y 3100 msnm.
Una vez en la cima y habiendo reunido el total del grupo, iniciaron el descenso con rumbo a la población de La Cañada, la que cruzaron por el paraje conocido como el Zoológico, ya que hace tiempo existió ahí uno. Cabalgando ya con clima caldeado, su refugio era la sombra de los árboles, donde disfrutaron el frescor que anticipaba el invierno en la zona, el cual se agradecía para guarecerlos de los rayos del sol quemantes de la montaña.
Una vez cruzado este paraje continuaron en medio del bosque por una importante subida conocida como “el camino de la muerte” hasta las faldas del cerro del Paraje de Plata, que les permitió gozar de unas buenas galopadas para el disfrute tanto de jinetes como de caballos: se regocijaron con una indescriptible y única sensación de libertad que antaño sintieron otros jinetes como los charros, en los campos de nuestro país.
El cerro del Paraje de la Plata es un espectacular valle en medio de varias montañas que componen el ejido de Atarasquillo, rodeado de una gran variedad de coníferas y que ha ameritado una gran reforestación para cuidar y mantener estos bosques y llanos adyacentes a La Marquesa.
Un paraje de ensueño
Tomaron un descanso breve, con el fin de que sus caballos reposaran, pero también para que los jinetes tomaran un segundo aire para continuar la jornada. Se detuvieron para el refrigerio que requirió de la cooperación de todos los jinetes: cada uno llevó en las cantinas de sus sillas distintas botanas para el gusto de los asistentes. Todos disfrutaron, estuvieron muy contentos y satisfechos, además de que los caballos agradecieron este merecido descanso, ya que las subidas fueron bastante exigentes.
En ese lapso comentaron anécdotas, experiencias, paisajes y aventuras de esta primera etapa con esa gran camaradería característica de la hermosa hermandad del caballo; asimismo disfrutaron de este paraje tan especial y del que no puede creerse tanta belleza hasta que uno se encuentra inmerso en ella. ¡Y pensar que está tan cerca de la Ciudad de México, totalmente alejado de su ruido y contaminación!
Ya descansados jinetes y cabalgaduras, iniciaron el regreso a través de caminos reales ya en zonas menos agrestes y bastante planas, rodeadas de altos árboles por el camino conocido como el del lago Capacho o Chimigillas, con verdes de mil tonalidades y reflejos. A lo lejos ya se podía ver la presa de Salazar, el fin del camino que se encontraba en las cercanías del panteón de Salazar y donde los apoyaron con facilidades para estacionar los remolques, así como el desembarco y embarco de sus caballos.
Ya desmontados se dedicaron a enfriar a sus nobles compañeros y se dispusieron a embarcarlos hacia a sus diversos destinos, mientras los jinetes se reunieron para terminar con la deliciosa comida anual preparada, donde disfrutaron de nuevo con las ocurrencias y vivencias de su cabalgata. Además, tuvieron la oportunidad de ver una espectacular exhibición ecuestre basada en una demostración de caballos de Alta Escuela, donde apreciaron de nuevo la gran nobleza e increíble ser de este animal. Así cerraron las actividades de cabalgatas del 2018.