El dolor y los problemas de dorso en el caballo deportivo, representan un problema económico y de bienestar muy importante dentro de la industria, sobre todo por su relevante implicación en la disminución del rendimiento atlético, la alteración cinemática y el desgaste de los atletas equinos, así como por la aparición de problemas de espondilosis y osteoartritis en los procesos articulares vertebrales del dorso.
Debido a la poca especificidad y variabilidad de signos clínicos que se presentan, como cambios en los aires o en el comportamiento, el diagnóstico de estos problemas suele suponer un reto para los veterinarios, lo que ha provocado que con frecuencia se diagnostique de forma incorrecta.
Este hecho explicaría la encuesta realizada por Kevin K. Haussler en 1999, donde los problemas de dorso representaban tan sólo entre el 1 y el 3 % de los padecimientos registrados en clínicas generales u hospitales de referencia. En contraste, este tipo de patologías coincidían de un 47 % e incluso el 94 %, en clínicas quiroprácticas o especializadas en problemas de dorso, lo que colocaba a este padecimiento entre los más comunes que imposibilitan el entrenamiento de caballos deportivos.
Gravedad de la patología
La reincidencia de lesión tras problemas de dorso en el caballo, al igual que en medicina humana, es muy alta, pues existe un gran número de recaídas y vulnerabilidades en el dorso, lo que lo convierte en una situación casi crónica. Del mismo modo que ocurre en la medicina humana, el dolor de dorso en los caballos puede ser resultado de una gran variedad de patologías, con frecuencia coexistentes, que van desde lesiones vertebrales (39 %), lesiones de tejidos blandos (25 %), alteraciones de la zona sacroilíaca (13 %) o lesiones alejadas de la zona toracolumbar (13 %).
Dentro de las lesiones vertebrales predominantes se encuentran los problemas de hendiduras de las apófisis espinosas vertebrales que provocan, a su vez, una reacción ósea e inflamación del ligamento interespinoso.
Este problema aparece con mayor frecuencia en la zona debajo de la silla, entre las vértebras torácicas 12 a 17, y es más frecuente en caballos adultos jóvenes o los de mediana edad, utilizados para salto o doma, también en caballos Pura Sangre inglés de dorsos cortos. Otros problemas vertebrales son la osteoartrosis de las articulaciones de los procesos articulares, combinada con otras patologías, o los problemas de espondilosis y discoespondilosis, poco frecuentes en el caballo.
Además, en el caballo existen otra serie de factores que afectan a la biomecánica del raquis y al desarrollo de patologías. Entre éstos está la presencia del jinete que hace que el raquis esté en una posición más extendida, aunque se mantienen los mismos grados de movimiento.
Durante el entrenamiento, el caballo debe ser capaz de activar la musculatura estabilizadora para contrarrestar las fuerzas gravitacionales y de inercia, provocadas por el movimiento de propulsión de las extremidades. Y, como ocurre con el ser humano, la musculatura epiaxial es muy similar entre hombres y équidos, por lo que las patologías asociadas problemas en esta zona también son similares y llegan a aparecer distintas enfermedades, como la pérdida en el control neuromotor de la zona, espasmos musculares y tensión en la palpación.
Otras causas que podrían estar implicadas en la atrofia de esta musculatura estabilizadora son desórdenes musculares generalizados o primarios en estos músculos o en las estructuras óseas vertebrales; un reflejo inhibitorio en las motoneuronas que incide en los nervios del animal, también puede ser otra fuente de las causas. Sin embargo, parece lógico pensar que la atrofia sufrida en la musculatura estabilizadora profunda en el área, o en las inmediaciones de la patología del raquis, se asocia a la inestabilidad vertebral, aunque el problema implica tanto el dolor que percibe al inicio y las lesiones que se provocan a partir de este dolor.
Por tanto, si vemos la similitud entre las causas y el padecimiento que tienen humanos y équidos, se puede decir que la funcionalidad de la musculatura estabilizadora profunda del raquis puede ser afectada tras un problema de dolor o lesión en el dorso, por ello se están proponiendo nuevas formas de rehabilitación orientadas a la recuperación del modelo neuromotor correcto del raquis.
Entrenamiento estabilizador
Por lo general los programas de entrenamiento, en casos de problemas de dorso, se han basado en ejercicios de calentamiento prolongado, entrenamiento al galope, utilización de cavaletti, trabajo en cuestas y restricción de la realización de aquellos movimientos más dolorosos.
Sin embargo, y basándonos en el modelo humano de control neuromuscular, se ha observado la implicación de la musculatura epiaxial estabilizadora del raquis en la patogenia de los problemas de dorso y, al igual que ocurre en medicina humana, es razonable concluir que su funcionalidad y morfología no se restablece de forma automática aun resuelto el cuadro doloroso, sino que necesita de un protocolo de rehabilitación específico diseñado para tal efecto.
En este sentido se recomienda un programa de ejercicios de movilización activa del cuello y dorso, pues con éste se puede incrementar el volumen de los músculos multífidos y disminuir la asimetría existente entre ambos lados del dorso. El ejercicio puede ser motivado a través de un premio (zanahoria o similar) y puede servir como complemento al tratamiento que indique el Médico Veterinario.
Movimiento | Ejercicio | Repeticiones | Duración |
Flexión cervical | Flexión hasta el pecho | 5 veces | 5 veces a la semana
Durante 3 meses |
Boca entre los carpos | 5 veces | ||
Boca entre los menudillos | 5 veces | ||
Lateralización cervical | Boca hasta el hombro | 5 veces | |
Boca hasta la tuberosidad coxal | 5 veces | ||
Boca hasta el tarso | 5 veces | ||
Extensión | Máxima altura del brazo del entrenador | 5 veces |
Core Training para caballos
Se trata de un entrenamiento específico de la musculatura estabilizadora del tronco, con unos claros efectos sobre la estabilización de la columna y la mejora del control motor vertebral. Su uso, como herramienta terapéutica, está ampliamente aceptado en medicina humana, lo que ha llevado a incluir estos programas en los entrenamientos de actividades deportivas equinas, como un factor de prevención a posibles lesiones, así como para el mantenimiento de la funcionalidad de la columna.
Estos ejercicios específicos han demostrado utilidad en atletas de élite con entrenamientos orientados a su actividad específica. Del mismo modo, son varios los autores que abogan por la inclusión de diferentes programas de Core Training dentro los programas de entrenamiento de caballos de deporte, pues se ha demostrado su funcionalidad en la mejora del rendimiento deportivo y la prevención de lesiones.
Sería muy interesante poder incluir este tipo de ejercicios dentro del entrenamiento habitual de los caballos de deporte, ya que probablemente implicaría una reducción de la incidencia de las patologías del dorso, así como el mantenimiento e incremento del rendimiento y la vida deportiva y por ende, una mejor calidad de vida.