En la mayoría de las actividades ecuestres el freno juega un papel muy importante, ya que es un medio de comunicación de gran ayuda entre el jinete y el caballo, por lo que es fundamental que sea el apropiado para el correcto desempeño del equino. Este es un tema tan amplio y tan controversial como el número de frenos que existen, sin embargo, tocaré los puntos más importantes pero sin entrar mucho en detalles, ya que las opiniones pueden variar dependiendo de la experiencia de uno.
Importancia del tipo de freno
Se conoce como freno a la pieza que se coloca en la boca del caballo y los hay de diferentes tipos, materiales y mecanismos de operación, dependiendo la función que se quiera realizar. Lo ideal es encontrar aquel con el que el ejemplar se sienta realmente cómodo y entienda bien las señales que el jinete le manda.
Para encontrar el adecuado es básico tener en cuenta dos factores: la anatomía de la boca del animal y el nivel o etapa de entrenamiento en que se encuentra. Con respecto a su conformación bucal, podemos hablar de lo ancha o delgada que sea la quijada, así como lo larga o corta, el grosor de la lengua, de los labios y de los asientos (parte de la encía donde no hay piezas dentales), y finalmente lo alto o bajo del paladar.
En cuanto al entrenamiento, podemos hablar de diferentes niveles: el que se encuentra en un nivel básico (donde apenas se está iniciando); un nivel intermedio, donde ya realiza movimientos más avanzados; y finalmente el que ya está “terminado”, que es aquel que ya reconoce las señales del freno.
Tipos de embocaduras
Podemos hablar ahora de dos categorías de embocaduras, lo que comúnmente se llama “filete” o snaffle, y lo que en sí se conoce como freno. El filete es una herramienta de acción directa y la presión que se ejerce es directamente proporcional a la fuerza con la que se tira de las riendas. El freno tiene dos partes que el filete no presenta, y consisten en las “patas” y el “asidero”, las cuales ejercen una acción de palanca, la cual multiplica la fuerza que se aplica al tirar de las riendas. Básicamente la diferencia entre filete y freno es que éste último tiene un efecto de palanca, por lo tanto la presión que ejerce sobre la boca es mayor.
El filete, por ser la embocadura más suave, es ideal para usarse en la etapa básica del entrenamiento, es decir, cuando se está iniciando un potro, y un freno de una sola pieza corresponde a un caballo terminado, propio para la última etapa de entrenamiento.
El bocado es la parte que va dentro de la boca y puede ser articulada en dos, tres o más partes, también puede ser rígido y tener un puente o “pasalenguas”, cuya altura y apertura pueden variar. Los puntos de presión que tiene el freno son los labios, la lengua, el paladar, los asientos y la barbilla. También se ejerce presión en la nuca, pero esto lo hace la cabezada, que es lo que va sujeto a la parte superior del asidero y se coloca en la cabeza del caballo.
El freno puede ser de diferentes materiales, como acero inoxidable, cobre, acero dulce, aluminio, hule vulcanizado, piel, plástico y aleaciones, entre otros. A algunos se les añaden sabores, como es el caso del Happy Mouth, que tiene sabor a manzana, con el fin de hacerlo más agradable al ejemplar.
Otras herramientas de comunicación
Al respecto, éstas no van dentro de la boca sino alrededor, como puede ser la falsa rienda (hackamore), las bridas Cook o las hackamores mecánicas. Cada una de estas herramientas tiene una función específica y un modo de operar muy particular que es importante conocer, de lo contrario se puede confundir al animal y, en muchos casos, lastimarlo. En la actualidad cada vez se están utilizando más este tipo de herramientas.
La mayoría de los frenos, independientemente del estilo que tengan o la disciplina para la que sean usados, tienen las mismas partes. Las patas del freno y el asidero trabajado en conjunto provocan el efecto de palanca que mencionamos anteriormente, y la proporción entre uno y otro es lo que determinará la fuerza de la misma.
El grosor de los asientos y de la barbada tiene que ver con la presión y lo severa que sea la embocadura; entre más delgada sea la superficie de contacto, mayor es la presión que se ejerce. Sin embargo, lo que más importa es el uso que se les dé: si un jinete es lo suficientemente sensible y tiene las manos “educadas”, puede usar un freno de mucha presión y lograr, por medio de señales sutiles, que el caballo responda y trabaje cómodamente; en cambio con un jinete que es muy brusco con las manos, puede dañarle la boca, incluso con un bocado muy suave.
La conclusión sobre este tema se describe mejor con la reflexión del maestro equitador holandés Erik Herbermann: “La mejor embocadura es un buen asiento, unas buenas manos y una profunda comprensión de los principios de la equitación, que no depende de modas ni de opiniones humanas, sino de la naturaleza del ejemplar”.
¡Trabaja la mente y el cuerpo de tu caballo!
Álvaro Pedrero
Métodos de Entrenamiento Natural de Caballos
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