//Cowboys, rodeos y la Doma vaquera

Cowboys, rodeos y la Doma vaquera

Nace el cowboy, estos jinetes fueron especialmente importantes en el Oeste americano y en el territorio que le fue arrebatado a México en el siglo XIX, ya que en esas inhóspitas regiones y con ese rudo trabajo, un hombre sin caballo era prácticamente un hombre muerto. Así nació el cowboy de los Estados Unidos. Mientras tanto en otras partes de América, surgieron distintos e interesantes tipos de vaqueros a caballo.

Cuidar el ganado, arrearlo a diferentes pastizales de acuerdo con la época del año, llevarlo de un rancho a otro, conducirlo a las ciudades, a los puertos, a las estaciones de ferrocarril o al matadero, hacerlo pasar un río, controlar estampidas, reunir el hato, contenerlo, separar a ciertos animales del resto de la manada, lazarlos, marcarlos y curarlos, eran parte de las muchas tareas cotidianas de los cowboys.

Poco a poco, su vestimenta se fue transformando, adaptándose a las necesidades de sus arduas labores y, al mismo tiempo, se perfeccionaron los enseres necesarios para llevar a cabo su trabajo. Sombreros, pantalones, chaparreras, botas, pañuelos para el cuello, chalecos, armas, bridas, bocados, sillas de montar, reatas, arreos y demás implementos, fueron cambiando gradualmente para crear la imagen definitiva e inconfundible del cowboy.

El rodeo

En ocasiones, durante la diaria faena, los cowboys competían entre sí para demostrar quién era más habilidoso en la ejecución de sus labores, en el manejo de los animales, así como en el control de su caballo. Más tarde, estos enfrentamientos se llevaron también a cabo durante sus ratos de ocio y después, ya a fines del siglo XIX, se convirtieron en verdaderos espectáculos comerciales que hasta el día de hoy siguen atrayendo a miles de personas.

De esa forma surgió el rodeo, en el que se incluyen diferentes pruebas, como montar con y sin silla caballos broncos, montar toros, tumbar o lazar novillos, atar terneros, ya sea individualmente o en equipo, además de las emocionantes carreras de barriles.

En esa pléyade de jinetes, que incluía tanto a los que seguían trabajando con el ganado como a los entusiastas de las exhibiciones, se destacaron algunos que no sólo eran diestros para cabalgar, sino que también se convirtieron en extraordinarios caballistas, es decir, en perfectos especialistas en todo lo referente al caballo, incluyendo su reproducción, su doma y muchos otros aspectos.

Entre esta gente surgieron experimentados domadores, que lograban ir más allá del entrenamiento formal que recibían los caballos para trabajar en el campo o para desempeñarse bien en los rodeos, ya que estos animales, en perfecta sincronía y comunicación con su jinete, eran capaces de llevar a cabo ejercicios inspirados en esas actividades ecuestres, pero con extraordinaria precisión, excepcional rapidez, escrupulosa fineza y gran complejidad.

El Reining

Por supuesto que el orgullo que sentían esos jinetes por la impecable ejecución y el perfecto desempeño de sus corceles, resultó en la organización de enfrentamientos y concursos, naciendo así las competencias de Doma vaquera, conocidas como Reining en todo el mundo, pues hoy en día esta justa hípica se practica en al menos cuatro decenas de países alrededor del orbe.

Este deporte se reconoció como tal, por primera vez, en los Estados Unidos de América en 1949 y la Federación Ecuestre Internacional (FEI) lo consideró a partir del año 2000. Un par de años más tarde se incluyó entre los deportes que integran los Juegos Ecuestres Mundiales organizados por dicha federación en las diferentes naciones afiliadas.

El caballo ideal para la competición nunca debe actuar bajo presión, por el contario, debe disfrutar de cada una de las pruebas, mostrándose relajado y alegre a lo largo de toda la presentación. El poderoso mando y el férreo control del jinete deberán ser casi imperceptibles, dando la apariencia de que el animal se maneja solo y de esa forma será evidente su minucioso adiestramiento, así como la armoniosa y exquisita conjunción y comunicación establecidas entre hombre y caballo.

Los animales aptos para el Reining deben tener agilidad, rapidez, buen temperamento, inteligencia, brío y sensibilidad. Reaccionarán inmediatamente a la guía del jinete, parando en seco, arrancando en un estallido, avanzando y retrocediendo con igual energía, desplazándose en círculos de diferente diámetro, modificando la velocidad de su carrera, quedándose inmóviles, girando a la derecha o a la izquierda y cambiando de dirección abruptamente. Este despliegue de belleza, gracia, poderío y esplendor, brinda al espectador una experiencia única e inolvidable.

Variantes del cowboy y de la Doma vaquera

En el pasado, el cowboy se derivó directamente de los jinetes mexicanos dedicados al manejo de los bovinos introducidos por los conquistadores. Sin embargo, en toda América se desarrolló este tipo de ganadería y más tarde o más temprano se repitió el mismo fenómeno, es decir, el surgimiento de jinetes vaqueros que se convirtieron en destacadísimos íconos en las tradiciones y en la historia de sus respectivos países.

Tal es el caso del charro mexicano, el chalán peruano, el llanero de Venezuela y Colombia, el huaso de Chile, el gaucho de las pampas y el gaúcho brasileño. En conjunto, todos ellos son descendientes de los célebres caballeros de Andalucía y Salamanca, expertos desde hace siglos en el manejo del ganado vacuno (especialmente del toro bravo) y del caballo.

La inigualable maestría de los jinetes y caballistas hispanos, ampliamente reconocida en todo el mundo, sustenta el hecho que España tiene su propia versión de la Doma vaquera, inspirada en centurias de tradición y amor por los caballos.